La ketamina fue utilizada durante mucho tiempo como anestésico para caballos, luego causó furor en algunas pistas de baile y ahora se ha desvelado como un componente clave en el rescate de los doce niños miembros de un equipo de fútbol que quedaron atrapados junto a su entrenador en una cueva de Tailandia.
Además de evitar ataques de pánico durante las repetidas inmersiones en las turbias y turbulentas aguas, la ketamina tiene una propiedad rara entre los sedantes: estrecha los vasos sanguíneos en lugar de relajarlos.
Según explican los doctores, esto hace que la ketamina fuese una buena elección ya que hacía más difícil que los niños sufriesen de hipotermia al atravesar frías aguas tras pasar un periodo de estrés, deshidratación y falta de comida.
La ketamina es una droga disociativa con potencial alucinógeno, que puede crear además sensaciones extracorporales, y es utilizada en medicina por sus propiedades sedantes, analgésicas y sobre todo, anestésicas.
Además, puede ser administrada mediante una inyección intramuscular. "Me quito el sombrero", ha asegurado el anestesista John Rivard, que trabaja en Ann Arbor (Michigan) y que ha participado en misiones médicas en Tailandia y en otros 14 países.
"Tendrías un niño completamente dispuesto a cooperar que seguiría respirando automáticamente durante la extracción", ha explicado. También el doctor Jeffrey L. Apfelbaum, anestesista en la Universidad de Chicago, está asombrado con los aspectos médicos del rescate.
"Las habilidades necesarias para sacar a los niños fueron increíbles. Hay innumerables maneras, médicas y de buceo, por las que la tragedia podía haber ocurrido", ha afirmado. Ninguno de los doce niños tenía experiencia previa en el buceo. Para escapar, tuvieron que salir uno a uno a través de un laberinto de cuevas con aguas bravas y desconocidas.
Los chavales debían respirar por ellos mismos y cooperar con los miembros del equipo de rescate para seguir unas instrucciones planeadas con una precisión milimétrica.
El equipo médico responsable ha reconocido que administraron "dosis sin especificar" de "anestesia a base de ketamina" a cada niño, que además llevaba una máscara de buceo completa que bombeaba oxígeno a sus pulmones. Sin embargo, algunos anestesistas han alertado de los graves riesgos que corrieron los niños con esta decisión, aunque finalmente no se materializasen.
Una sedación con ketamina "básicamente te da la vuelta al cerebro pero no lo duerme", ha explicado el doctor Jeffrey B. Gross, jefe del Departamento de Anestesia de la Universidad de Connecticut, por lo que la capacidad de los niños para realizar maniobras complejas como nadar estarían en riesgo. Además, con dosis mayores la ketamina "provoca una mirada ausente", ha asegurado. "Las luces están encendidas pero no hay nadie en casa", ha resumido.
Según algunos estudios, la ketamina provoca alucinaciones aterradoras a entre un 5 y un 30% de los pacientes, especialmente adolescentes, ha advertido Gross. Mientras con pequeñas dosis las paradas respiratorias son extrañas, con cargas mayores "pueden perder la conciencia y parar de respirar".