El consejero de Salud de Nueva York ha tenido que enmendar sus palabras, tras anunciar ayer, lunes, que la ciudad tendría que recurrir a entierros provisionales en parques de la ciudad por la saturación de las morgues provocada por el coronavirus. Este martes, ha aclarado que no se usarán los parques como cementerios temporales para fallecidos por el COVID 19, pero ha apuntado a la posibilidad de hacerlo en una isla cercana.
"No habrá entierros en los parques de Nueva York. Si se necesitara un entierro temporal se hará en Hart Island", ha indicado Mark D. Levine a través de Twitter, donde ha precisado que "si se requieren tales entierros, se harán de manera digna, ordenada y profesional".
La clave es que los enterramientos se derivarán a una isla de Nueva York en vez de a los parques urbanos. Una decisión que llega tras la polémica surgida después de que tanto Levine como el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, ante la saturación de las morgues, plantearan la posibilidad de excavar fosas en los parques como solución.
"Tendremos la capacidad de realizar entierros temporales. Esto es todo lo que voy a decir", se ha limitado a afirmar el regidor neoyorquino.
Pero allí no solo los servicios funerarios no dan abasto. Con más de 360.000 contagios en todo el país, Nueva York se ha convertido en el epicentro del virus al otro lado del Atlántico. Su sistema sanitario, según reconoce el gobernador del estado, Andrew Cuomo, está en jaque. "El motor está en la línea roja y no se puede estar así mucho tiempo porque el sistema puede explotar", ha advertido.
Ante el peligro, se han ampliado las restricciones hasta el 29 de abril y también se han duplicado las multas para quienes se las salten: de los 500 a los 1.000 dólares. "No es por el dinero, no tienes el derecho de poner en peligro la vida de nadie", ha sentenciado Cuomo.
Serán muchas vidas las que se perderán esta semana en Estados Unidos, tal y como ya han advertido las autoridades médicas a los ciudadanos. Jerome Adams, director general de Salud Pública de EEUU, incluso ha dicho que lo que se avecina será "nuestro Pearl Harbor, nuestro 11 de septiembre".
A pesar de la franqueza de las autoridades sanitarias y de que Estados Unidos es ya el primer país del mundo en número de contagios, Donald Trump parece vivir la crisis desde una realidad paralela: "Empezamos a ver la luz al final del túnel", ha afirmado el presidente estadounidense.