Trump anunció sus planes de militarizar la frontera al recibir en la Casa Blanca a sus homólogos de las tres repúblicas bálticas, que vieron cómo sus prioridades quedaban en un segundo plano ante el énfasis del líder estadounidense en los temas migratorios. "Hasta que podamos tener un muro y seguridad adecuada, vamos a estar vigilando nuestra frontera con nuestras Fuerzas Armadas. Ése es un gran paso", dijo Trump a los periodistas durante un almuerzo con los presidentes de Letonia, Raimonds Vejonis; Estonia, Kersti Kaljulaid; y Lituania, Dalia Grybauskaite.
En una conferencia de prensa poco después, Trump insistió en que se está "preparando para que los militares se encarguen de asegurar la frontera entre México y Estados Unidos". "Es algo que tenemos que hacer", afirmó Trump, quien aseguró que se reuniría a continuación con el secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, para hablar de esa posible militarización de la frontera. Trump no dio detalles sobre su plan, y no está claro qué cuerpo de las Fuerzas Armadas se encargaría de proteger la frontera sur, que actualmente está vigilada por agentes migratorios entrenados específicamente para ello.
Pero la idea tiene precedentes: dos predecesores de Trump, George W. Bush en 2006 y Barack Obama en 2010, enviaron a cientos de soldados de la Guardia Nacional, un cuerpo de reserva de las Fuerzas Armadas, para vigilar la frontera en operaciones puntuales. No obstante, una ley federal estadounidense prohíbe usar a los militares para tareas de seguridad y orden público a nivel nacional, por lo que las opciones de Trump son limitadas.
Cuando Bush envió a 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera en 2006, por ejemplo, sus operaciones se limitaron a "ayudar con la vigilancia, instalar vallas y barreras a los vehículos, y proporcionar entrenamiento" a los agentes migratorios y del orden, según un comunicado oficial de entonces. Según los analistas, el presidente podría intentar sortear la ley si ordena a los estados que envíen a sus propios contingentes de la Guardia Nacional a la frontera, pero en ese caso serían esos territorios quienes deberían sufragar los costes de la operación.
La idea de Trump inquietó al Gobierno mexicano, que solicitó formalmente a los Departamentos de Estado y Seguridad Interna "una aclaración sobre los comentarios del presidente" Trump, en palabras del embajador de México en Washington, Gerónimo Gutiérrez. "Compartimos la idea de tener una frontera segura pero no siempre coincidimos en cómo alcanzar ese objetivo. En todo momento, México actuará, como es natural, a favor de sus intereses"", dijo Gutiérrez en un comunicado enviado a Efe.
El deseo de Trump por enviar militares a la frontera se suma a su intento de sufragar el muro que quiere construir en esa zona con fondos del Pentágono, un tema del que ya ha hablado con Mattis. Trump lleva tres días enfocado en temas migratorios, después de que su programa de televisión favorito, "Fox & Friends", hiciera referencia este domingo a una caravana de cientos de inmigrantes centroamericanos que recorría México en dirección a Estados Unidos.
Eso enfureció a Trump, que el domingo exigió a México que reforzara sus controles migratorios si quería que siga activo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y hoy amenazó a Honduras con recortar la ayuda económica que le concede Estados Unidos si la caravana seguía su rumbo. El presidente estadounidense dijo hoy que la caravana se había "disuelto", y se atribuyó el mérito por ello. "Acabo de escuchar que la caravana que venía desde Honduras se ha disuelto, y que México lo hizo.
Lo han hecho porque, francamente, les dije que realmente tenían que hacerlo", aseguró Trump. Pese a las declaraciones de Trump, la organización que coordina la caravana, Pueblos sin Fronteras, aseguró hoy que mantiene su plan de seguir la travesía. "La caravana ni se ha detenido, ni se ha disuelto ni se ha desmoronado", dijo a Efe en México la coordinadora de Pueblos sin Fronteras, Gina Garibo.