En su primer día de despliegue oficial en suelo libanés, las intenciones israelíes parecen contradecir las promesas iniciales de una operación "limitada y precisa". Las tropas israelíes, que han ampliado su radio de acción más allá del sur del Líbano y hacia el este, se acercan ya al estratégico río Litani, en medio de intensos choques con las fuerzas libanesas e Hizbulá. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han reconocido al menos ocho bajas en emboscadas y combates cuerpo a cuerpo.
"El ejército libanés asegura que el avance israelí no supera los 400 metros", explicó Guillermo Pulido, analista de seguridad y defensa, "y el Instituto de Estudios para la Guerra confirma, mediante imágenes satelitales, que el avance es limitado". No obstante, los bombardeos masivos a objetivos militares y civiles en Beirut y otras regiones no han cesado, provocando la evacuación de una cuarta parte del territorio libanés. Según fuentes locales, más de 2.000 personas han muerto en estos primeros días de ofensiva.
A pesar de que los combates en tierra no han alcanzado la ferocidad esperada, los hospitales en todo el país se preparan para un influjo masivo de heridos. "Los enfrentamientos no son tan intensos como se esperaba, lo que sugiere la existencia de una presión política que frena la operación militar", añadió Pulido.
Mientras tanto, el gobierno israelí ha celebrado la destrucción de lo que consideran la mitad de los arsenales de Hizbulá. En Israel, la opinión pública parece apoyar la ofensiva, relegando a un segundo plano la crisis de los rehenes en la región. Blas Moreno, analista de 'El Orden Mundial', señaló que "en Israel, la guerra contra Hizbulá e Irán cuenta con un apoyo amplio, y las preocupaciones sobre los rehenes han perdido relevancia".
A medida que la operación se intensifica, 10.000 nuevos efectivos israelíes se preparan para reforzar la ofensiva en los próximos días.