A Gaza le están robando el futuro. Solo en el tiempo que dura un informativo de la Sexta, mueren tres niños en la Franja. Los bombardeos israelíes matan a un niño cada menos de quince minutos, según datos de Save The Children: es el resultado de trece días de ofensiva en los que Israel ha matado a 1.525 niños.
Son niños, bebés que sólo han conocido terror, guerra y bloqueo, y que hasta en el colegio ven ahora cómo el cielo se les viene encima. En total, 160 escuelas han sido bombardeadas desde el 7 de octubre. Con un bloque total, ahora preocupa el riesgo de deshidratación y desnutrición.
Nada ni nadie está a salvo. Más de 120.000 viviendas han sido bombardeadas. Tanto en campos de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja -la zona que Israel obligó a evacuar-, como en el sur. Tel Aviv está atacando edificios residenciales en Jan Yunis, al sur del país, en la supuesta zona segura donde instó a marcharse a los evacuados del norte.
Cuando los civiles llegan a buscar ayuda se encuentran hospitales desbordados. Sin sitio para tantos heridos y sin recursos para atenderlos como deberían. Les curan las heridas con vinagre de limpieza de la tienda de la esquina, como recogemos en el vídeo superior, a partir del testimonio de un cirujano que trabaja en la franja de Gaza. A eso se ha llegado, dice en su cuenta de X. Operan con la luz de la linterna del móvil, la única que tienen a falta de electricidad.
Gaza encadena nueve noches de oscuridad total, el cielo solo está iluminado por las bombas israelíes y las luces de las ambulancias. Hace casi dos semanas que no entra comida y han bombardeado hasta las panaderías. Con una producción subterránea de agua casi nula, la están bebiendo salada y contaminada. Por si las bombas fueran poco, los están matando de hambre y de sed.