La oposición de derecha acaricia el poder en Suecia tras una apretada victoria en las elecciones legislativas, condicionada al recuento oficial e incluido el voto exterior, y con la incógnita de quién lo lideraría al convertirse la ultraderecha en fuerza más votada dentro de ese bloque.
Escrutados el 92 % de los distritos electorales, la oposición obtiene el 49,7 % frente al 48,8 % del centroizquierda de la primera ministra socialdemócrata, Magdalena Andersson, y 176 diputados frente a 173.
El Partido Socialdemócrata, fuerza que ha dominado la política sueca en el último siglo, repetiría la posición de fuerza más votada con el 30,5 %, dos puntos más que en 2018; y por delante del ultraderechista Demócratas de Suecia (SD), con el 20,7 %, tres puntos más.
El Partido Moderado (conservador), del líder de la oposición, Ulf Kristersson, bajaría a la tercera plaza con el 19 %. El Partido Centrista y el Partido de Izquierda, aliados de Andersson, empatan en la cuarta plaza con el 6,7 %, un retroceso de siete décimas y más de un punto, respectivamente; y el Partido del Medioambiente, en el mismo bloque, baja un punto hasta el 5 %. Los otros dos partidos de la oposición de derecha, cristianodemócratas y liberales, retroceden unas décimas hasta el 5,4 y el 4,6.
El voto exterior inclinará la balanza
La corta distancia entre ambos bloques, cifrada en unos 50.000 votos, obligará a esperar el resultado preliminar actualizado de este miércoles, que incluye las papeletas del exterior y los votos anticipados enviados por correo dentro del plazo, pero que no llegaron a los distritos electorales el domingo.
La Autoridad Electoral sueca ha mandado este año 160.517 papeletas a suecos residentes fuera del país, aunque solo suelen votar alrededor del 40 % y, tradicionalmente, los partidos de derecha suelen recibir más apoyos.
El voto exterior tampoco ha tenido históricamente mucha influencia en el resultado electoral final, aunque con alguna excepción. En los comicios de 1979, el bloque de izquierda del socialdemócrata Olof Palme perdió los comicios por las papeletas del extranjero, después de que solo 8.500 votos separasen a ambos bloques en el recuento de la noche electoral.
"Todos los votos tienen que ser contados, hay que esperar por el resultado final", ha dicho Andersson, que ha resaltado el buen papel de su partido.
División en la derecha
Además de la confirmación final del recuento, la oposición debe afrontar otro dilema: quién liderará un hipotético gobierno. El asalto del SD a la segunda plaza coloca a su líder, Jimmi Åkesson, en una posición ideal, después de una década sometido al aislamiento del resto de partidos por el carácter ultraderechista de una formación con raíces neonazis en su nacimiento a finales de los ochenta.
El "cordón sanitario" que le han realizado el resto de partidos al SD es lo que explica que los socialdemócratas hayan podido gobernar las dos pasadas legislaturas a pesar de que había una mayoría de centroderecha en la Cámara.
En la última fue necesario un pacto de los socialdemócratas y sus socios ecologistas con centristas y liberales, rompiendo la alianza de centroderecha que existía desde 2004, para mantener el aislamiento al SD, que se empezó a resquebrajar hace unos años.
Conservadores, democristianos y, en menor medida, los liberales, que volvieron a cambiar de bando, se han abierto a negociar con el SD, pero han rechazado en la campaña incluirlo en un gobierno, mientas Åkesson ha reiterado que quiere formar parte de un ejecutivo.
"Si hay cambio de poder, vamos a tener una posición central en el nuevo gobierno. Nuestra ambición es formar parte del gobierno. Nuestra ambición es un ejecutivo con mayoría, sería lo mejor para Suecia", dijo Åkesson en la fiesta electoral de su partido.
El problema es hasta qué punto Kristersson puede mantener el pulso ahora que su partido ha perdido por primera vez desde 1979 su condición de fuerza más votada en la derecha y después de dos elecciones perdiendo apoyos.
"Suecia necesita un cambio y podemos liderar ese cambio", dijo al final de la jornada Kristersson, quien pidió "paciencia" hasta que haya un resultado definitivo. Para el SD este resultado puede suponer su equiparación, al menos parcial, con otras fuerzas similares de corte xenófobo en el resto de países escandinavos, que no son consideradas de ultraderecha y que han formado parte de gobiernos o los han apoyado desde fuera.