El Papa se ha reunido este viernes en el Vaticano con más de un centenar cómicos de distintos puntos del mundo, entre ellos, Whoopi Goldberg, Chris Rock, Jimmy Fallon o Lino Banfi, ante los que ha afirmado que "no es blasfemia" reírse de Dios.
"¿Se puede uno reír también de Dios? ¡Y esto no es blasfemia! Por supuesto, como jugamos y bromeamos con las personas que amamos", ha afirmado Francisco. No obstante, ha precisado que hay un límite porque hay que evitar "ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres".
El Pontífice ha afirmado al inicio de su discurso que mira con admiración a los artistas que se expresan en el lenguaje de la comedia, el humor y la ironía. En su opinión, son los profesionales "más queridos, buscados, aplaudidos" porque tienen y cultivan el don de hacer reír.
Así, ha resaltado la labor de los profesionales del humor y su "poder de difundir serenidad y sonrisas". A su juicio, a través de su trabajo, llegan a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales, una labor "muy importante".
"La alegría permite compartir y es el mejor antídoto contra el egoísmo y el individualismo", ha añadido para asegurar que los humoristas son un recuerdo para todos de que la diversión lúdica y la risa son fundamentales en la vida humana, para expresarse, aprender y dar sentido a las situaciones".
En este sentido, el Papa ha agradecido el "don precioso" del talento de estos profesionales y ha asegurado que su trabajo "difunde la paz". Además, ha confesado que reza cada día con las palabras de santo Tomás Moro: "Dame, Señor, sentido del humor".
El obispo de Roma también subrayado que los humoristas consiguen otro "milagro": logran hacer sonreír a la gente incluso cuando tratan problemas, pequeños y grandes hechos de la historia". Y esto, lo consiguen, no a través "de la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo", sino con "sentido crítico, haciendo reír y sonreír".
El Papa ha agregado que cuando los humoristas consiguen hacer brotar sonrisas inteligentes de los labios de un solo espectador, "hacen sonreír también a Dios".