La ausencia del papa Francisco, para evitar el frío tras recuperarse de una bronquitis, marcó el Vía Crucis celebrado el Viernes Santo en el Coliseo de Roma, dedicado a los conflictos en el mundo y con una marcadapresencia de la guerra de Ucrania por la carta de dos jóvenes, uno ucraniano y otro ruso.
Aunque se ausentó para terminar de recuperarse tras recibir el alta hospitalaria hace una semana, Francisco quiso que las catorce meditaciones del Vía Crucis, que narran la subida al Calvario de Jesús, su crucifixión y su deposición en el sepulcro, describiesen la que él llama la "Tercera Guerra Mundial a trozos". Se trata de la primera vez que Francisco no acude personalmente a este rito, aunque Juan Pablo II tampoco participó en 2005 por su delicado estado de salud, poco antes de fallecer.
La ausencia no evitó que el Coliseo, símbolo de la persecución de los primeros cristianos, volviera a acoger a miles de fieles -unos 20.000 según el Vaticano- para participar en un rito que se remonta al siglo XVIII, en tiempos de Benedicto XIV, aunque fue retomado en 1959 por Juan XIII. En cada estación del recorrido se leyeron los testimonios de víctimas de algunas tragedias actuales como la migración forzada en África, la guerra de Ucrania, los conflictos religiosos en Oriente Medio y la violencia en Latinoamérica.
La meditación de la décima parada fue una carta escrita por un joven ucraniano y un ruso. El ucraniano recordó cuando huyó con su familia de Mariúpol hasta Italia, donde vivía su abuela, pero al poco tiempo decidieron regresar, ya que su padre fue reclutado por el Ejército. "Aquí la situación sigue siendo difícil, hay guerra por todos lados, la ciudad está destruida. Pero en mi corazón quedó esa certeza que me decía mi abuela cuando lloraba: 'Ya verás, todo pasará. Y con la ayuda de Dios, la paz volverá'", imploró.
Por su parte, el ruso admitió que hablaba "con sentimiento de culpa" y rememoró cuando una carta informó a su familia del fallecimiento de su hermano: "Todos nos decían que debíamos estar orgullosos, pero en casa había tanto sufrimiento y tristeza".
Por parte de América Latina habló un joven de Centroamérica en la tercera estación, y una madre de Sudamérica, que tomó el testigo en la cuarta parada. El joven indicó que el "desaliento" y la "corrupción" hacen "crecer las espirales del narcotráfico, de la violencia, de las dependencias y la explotación de las personas, mientras muchas familias siguen llorando la pérdida de los hijos; y la impunidad del que estafa, secuestra y mata no tiene fin. ¿Cómo obtener la paz?". Una madre de Sudamérica relató el drama de vivir bajo la acción de las guerrillas al contar cómo en 2012 la explosión de una bomba puesta por los guerrilleros le destrozó una pierna".