Visita fugaz de Trump a Washington, feudo de los demócratas. Tras declararse no culpable de los cuatro cargos que se le imputan por presuntamente intentar revertir el resultado de las elecciones, ha volado de vuelta a Nueva Jersey. Eso sí, antes de despegar ha aprovechado para dejar claro la animadversión que tiene por la capital de Estados Unidos y para mostrarse una vez más como una víctima de la persecución política.

Trump sabía que no jugaba en casa. Por eso, su visita a Washington se limitó expresamente a su comparecencia ante la jueza para declararse, una vez más, inocente. Nadie lo vio. Entró y salió por el parking de los juzgados. Fue una visita fugaz de apenas dos horas, incómoda para él y muy distinta a sus dos comparecencias anteriores.

Esta vez porque apenas había un grupo disperso de trumpistas esperándole a las puertas del juzgado. No hubo ni saludo por su parte ni el baño de masas que se dio en Mar-a-Lago el pasado abril tras declarar en Nueva York por el caso Stormy Daniels. Ni tampoco fue parecido al Trump bromista que vimos en el restaurante de Miami en junio después de comparecer por los documentos clasificados.

Eso sí, Trump no renuncia nunca a ser él mismo y esta vez, antes de despegar de Washington, dejó claro su animadversión por esta ciudad que tampoco le quiere a él. Dice que "fue muy triste conducir por Washington D.C. y ver la "suciedad y el deterioro". "Este no es el lugar del que me fui. Es muy triste verlo así".

Y de nuevo, aprovechó el momento para victimizarse en la persecución política, que dice, hay contra él por ser el favorito a las presidenciales de 2024: "Esta es la persecución de la persona que está liderando muy, muy por encima las primarias republicanas y liderando a Biden por mucho. Entonces, si no puedes vencerlos, los persigues o los procesas". Palabras con las que se despedía de Washington pero solo hasta el 28 de agosto, día en que previsiblemente la jueza le comunique la fecha del juicio.