Coger uno de los aviones que les aleje del horror es misión casi imposible, incluso si están en las listas de Defensa, llegar a Kabul desde las provincias donde viven es una odisea. "Uno de mis traductores en Herat ha conseguido llegar a Kabul después de 800 kilómetros. Durante el viaje se encontraron con muchos controles talibanes. Algunas personas que viajaban con él fueron identificadas e interrogadas", explica el periodista de El Heraldo de Aragón Gervasio Sánchez.
Incluso los que han conseguido llegar a España temen por sus familias. "La familia de un traductor que se encuentra en España, su madre y su hermana, intentaron llegar al aeropuerto y en un control talibán les golpearon y les obligaron a regresar a sus casas", añade Sánchez.
Quienes han colaborado con periodistas extranjeros en sus viajes a Afganistán También están en peligro. Son los que en la jerga se llaman 'fixers': los que todo lo arreglan. Desde traducir, a cerrar entrevistas o ayudar a moverse por el país. "Un 'fixer' suele ser siempre un periodista local. Tiene la doble vulnerabilidad de ser periodista local en países enemigos de la libertad de prensa y ya perseguidos como tal y encima son vistos como cómplices de periodistas extranjeros molestos para regímenes opresores", sostiene Edith Rodríguez Cachera, vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras.
Reporteros Sin Fronteras ha pedido a la ONU un plan específico para proteger a los periodistas afganos. Ellas, las mujeres periodistas son las más expuestas. Han estado estos años dando la cara, informando en su país y ahora están en la lista negra de los talibanes.