Adam Samer al Ghoul, un niño de origen palestino de ocho años, fue asesinado por el Ejército israelí en noviembre del año pasado en pleno cerco a la ciudad cisjordana de Yenín. Le dispararon en la cabeza. Basil Suleiman Abu al Wafa, de 15 años, también fue asesinado.

Los menores fueron asesinados en una incursión del Ejército de Israel en la que las tropas llevaron a cabo "una campaña masiva de arrestos" y forzaron a la evacuación, tal y como aseguró la agencia oficial de noticias palestina, Wafa.

Según Wafa, los soldados provocaron una situación de destrucción masiva en la ciudad acabando con infraestructuras de carácter civil y arrasando parte de la red eléctrica y de abastecimiento de agua.

Por su parte, el Ejército israelí aseguró estar investigando lo ocurrido. A través de un comunicado conjunto de Ejército, Policía e Inteligencia de Israel, afirmaron que llevaron a cabo un asalto en el campo de refugiados de Yenín. Aseguraron haber matado allí a dos supuestos "terroristas de alto rango".

Ahora, un relator de la ONU ha pedido investigar las muertes como crímenes de guerra.