Las fuerzas de Israel han irrumpido por segunda vez en 24 horas en la mezquita de Al Aqsa, el templo musulmán más sagrado de Jerusalén. Allí, sus efectivos han lanzado balas de goma, granadas y gases lacrimógenos contra los fieles musulmanes por segunda noche consecutiva, en una fecha especialmente simbólica en la que comienza Pésaj, la Pascua judía, y en pleno mes de Ramadán.
"Decenas de policías israelíes fuertemente armados irrumpieron en la sala de oración en el complejo de la mezquita, mientras unos 20.000 fieles seguían realizando la oración nocturna de Ramadán", ha informado la agencia de noticias palestina Wafa, que agrega que los uniformados "agredieron brutalmente a los fieles palestinos, golpeándolos con garrotes y lanzándoles granadas aturdidoras, botes de gas lacrimógeno y balas de acero recubiertas de goma como medio para expulsarlos por la fuerza del lugar sagrado".
Por su parte, la Media Luna Roja Palestina en Jerusalén ha señalado que se encuentra trabajando en las inmediaciones del lugar y que ya ha recibido al menos a seis heridos, dos de los cuales han tenido que ser trasladados al hospital.
El portavoz de la Presidencia palestina, Nabil Abu Rudeiné, ha asegurado que "la ocupación israelí insiste en continuar profanando la bendita mezquita de Al Aqsa y crear una atmósfera de escalada, inestabilidad y tensión". "Es un golpe a los esfuerzos estadounidenses que han tratado, durante el último período, de crear un estado de calma y estabilidad en el mes de Ramadán", ha sentenciado.
La víspera se producía la primera incursión de las fuerzas israelíes en la mezquita, recogida en el vídeo que ilustra estas líneas: en él, puede verse la gran agresividad del asalto, con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras para desalojar a los palestinos que rezaban en el interior.
No dudaron en utilizar la fuerza, cargando duramente contra quienes oponían resistencia e incluso golpeando con pelotas de goma a personas que se encontraban indefensas en el suelo. En el interior del templo había también niños y mujeres que salían aterrorizadas: "Estaba rezando, sentada en una silla, y ellos arrojaron una granada", explicaba, muy afectada, una de ellas.
De esta forma detuvieron a 400 personas, a quienes Israel acusa de haberse encerrado en la mezquita para organizar y cometer acciones violentos. El asalto, que deja al menos siete heridos, ha sido calificado por las autoridades palestinas como un crimen religioso y condenado también por las Naciones Unidas.
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Posteriormente, durante la madrugada, Hamás lanzó varios cohetes desde la Franja de Gaza contra territorio israelí "en respuesta al asalto a la mezquita y al ataque a los fieles por parte de las fuerzas de ocupación". Tras ello, el Ejército israelí llevaba a cabo varios ataques aéreos en la Franja en represalia.