Todas las manifestaciones contra el racismo y la violencia policial que están teniendo lugar en Estados Unidos puede afectar a las elecciones a la presidencia del país que tendrán lugar el próximo mes de noviembre. Tan solo quedan cinco meses para los comicios norteamericanos, y tanto demócratas como republicanos ya se están posicionando ante la tensión de los últimos días.
Donald Trump está intentando dividir al electorado. Según Gabriel Colomé, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, el actual presidente de EEUU "necesita que la división movilice a los suyos, hacia un presidente que les está protegiendo". Porque esa es su bandera: defender la seguridad frente al caos que, según añade, hay en las calles.
Pero corre un riesgo. "Que cristalice una coalición, que no existe, de los irritados", ha argumentado Colomé, y ha añadido: "De la misma manera que tú intentas cohesionar a los tuyos, puedes estar construyendo también una coalición en contra". Es lo que estaría intentando el candidato demócrata, Joe Biden.
La estrategia de Biden para reforzar su perfil progresista
"Biden va a intentar unificar al partido, y creo que lo está consiguiendo", ha apuntado Julio Cañero, investigador del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá. Con miles de personas en las calle, figuras demócratas como Bernie Sanders, que le disputó la candidatura y es una referencia del ala más progresista del partido, ya le ha mostrado su apoyo.
Otra de las claves será quién va ocupar el número dos de su candidatura. "Biden va a buscar una mujer de una menoría étnica y con cierto bagaje político", ha valorado Cañero. En este sentido, suenan ya algunos nombres: "Si Michelle Obama fuera candidata a vicepresidenta, a ella le da una plataforma de cuatro años y, seguramente, ocho de presidenta".
Sin embargo, los expertos creen que las demandas de las calles no se convertirán en políticas concretas; al menos, a corto plazo. Ello permitiría a Biden reforzar su perfil más progresista y canalizar las demandas.