El silencio impera, en Nodeirinho, sólo roto por las palabras de quienes cuentan el horror vivido, allí son 10 los vecinos fallecidos. Ese infierno vivido se alimentó de vientos y llamas para arrasar todo a su paso.
Adelaida Silva, vecina de Nodeirinho, ha explicado que "parecía un tornado por ahí delante llevándoselo todo" y que se pegó a la ventana y "el cristal ardía".
Ella sobrevivió porque, dice, decidió quedarse. Cuenta que todo el que intentó huir en coche por la única carretera de acceso al pueblo murió. Relata que "una madre y una hija murieron carbonizadas en un coche".
Marta, otra de las vecinas que sobrevivió, es incapaz de contener las lágrimas al recordar cómo estaba "todo quemado".
Consiguió salvarse gracias a un tanque, pero el fuego le ha marcado y también físicamente. A llamas pasadas vecinos comprueban lo poco que ha quedado en pie de sus casas. "Hay animales muertos, viviendas quemadas...", lamentan.
Toca secarse las lágrimas y son más de un centenar y medio las familias evacuadas, varias aldeas completas. Mientras, las llamas continúan metro a metro quemando. "Hoy todos somos bomberos", destaca un hombre. También españoles, ayudan a combatir un incendio que hasta ahora no habían visto.
La imagen de los bomberos tendidos en el suelo da una idea del agotamiento al que están sometidos los bomberos después de tantas horas de trabajo. Hasta allí ha viajado el presidente portugués, que ha respondido a las críticas por una actuación tardía con una respuesta de prioridades.
Marcelo Rebelo de Sousa ha dicho que "la prioridad es combatir el incendio, el apoyo a las familias y las víctimas y a los heridos". Un fuego de grandes dimensiones que es el incendio más mortífero de la historia de Portugal.