El primer ministro de Australia, Scott Morrison, pidió disculpas por haberse ido de vacaciones en medio de una de las peores oleadas de incendios forestales mientras los bomberos intentan estabilizar centenares de frentes tras una jornada en condiciones "catastróficas". El mandatario, que se encontraba en Hawai con su familia, interrumpió el viaje y regresó anoche a Australia tras días de críticas y protestas por su ausencia y falta de liderazgo ante una crisis que esta semana ha causado cuatro muertos.
"He regresado de mis vacaciones y se que estas han causado una gran ansiedad en Australia, y (su mujer) Jenny y yo somos conscientes de ello", dijo en rueda de prensa Morrison, que aceptó las críticas recibidas por su ausencia, que no había sido oficialmente anunciada.
"Entiendo el enfado de la gente al saber que estaba de vacaciones con mi familia mientras sus familias estaban bajo una gran presión (...) A esos australianos a los que he decepcionado les pido disculpas por ello", añadió el dirigente que aseguró que "a toro pasado" habría tomado decisiones diferentes.
Morrison, que afrontó la prensa tras visitar el cuartel del Servicio Rural del Bomberos del estado de Nueva Gales del Sur en Sídney, admitió la relación entre los incendios y el cambio climático, pero reiteró que su gobierno no cambiará su política contra el calentamiento global.
"Nuestro Gobierno y yo siempre hemos reconocido la conexión entre los episodios meteorológicos y los incendios con el impacto del cambio climático global", señaló el dirigente. Sin embargo, el mandatario recalcó que el cambio climático es solo uno de los factores que han causado los incendios junto a la sequía, las quemas preventivas y los fuegos intencionados, y rechazó las demandas para que su Gobierno modifique sus planes.
Morrison aseguró que Australia "asume su carga" en la lucha contra el calentamiento del planeta y que su Gobierno cumplirá el compromiso de reducir las emisiones de gases contaminantes un 26 por ciento en 2030 con respecto a 2005. "Pero lo que no haremos es actuar de forma precipitada o en modo de crisis o pánico.
Un enfoque y respuesta basada en el pánico no ayuda. Pone a la gente en peligro", aseveró el mandatario. Mientras, los bomberos se enfrentan a varios incendios en la periferia de Sídney que amenazan con unirse pese a la mejora de las condiciones, con un marcado descenso de las temperaturas que el sábado superaron los 46 grados y el domingo se situaban por debajo de los 30.
La ola de calor y vientos que se preveían de 80 kilómetros por hora llevaron a las autoridades a declarar condiciones catastróficas durante el sábado en la zona de Sídney y sus alrededores, la segunda vez que se elevaba la alerta por incendios a este nivel máximo desde su creación hace diez años.
En la zona de Blue Mountains, a unos 120 kilómetros al oeste de Sídney, dos incendios se han fusionado y podrían enlazar con el foco de Gospers Mountain, que ha arrasado un área que equivale a la mitad de la de Puerto Rico. El comisionado de los Bomberos de Nueva Gales del Sur, Shane Fitzsimmons, mostró su confianza en que la bajada de las temperaturas ayude a controlar varios frentes. "Estamos mirando e intentando consolidar y establecer líneas de contención a lo largo de tantos frentes de fuego como podemos", dijo el comisionado en la rueda de prensa.