En París, centro neurálgico de las protestas más tensas en las últimas semanas, se congregaron unos 2.000 manifestantes, frente a los 4.000 del sábado 15.
En toda Francia, se contabilizaron a las 18.00, hora local (17.00 GMT) 38.600 manifestantes frente a los 66.000 de hace una semana. La jornada fue de relativa calma en la capital francesa hasta media tarde, cuando las fuerzas del orden lanzaron bolas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a manifestantes de los Campos Elíseos.
Se produjeron además 220 detenciones en toda Francia -142 en París-, entre ellas la del considerado como uno de los líderes de facto del movimiento, el joven camionero Eric Drouet, que supuestamente portaba una arma prohibida y quedó bajo custodia policial.
La capital francesa, en plena temporada navideña, vivió en general una jornada mucho menos tensa que la de los últimos sábados, cuando las manifestaciones desembocaron en masivos arrestos, actos vandálicos y cuantiosos destrozos.
Para su protesta parisina, los "chalecos amarillos" idearon una maniobra de despiste: anunciaron en Facebook una gran marcha en Versalles (oeste de París), pero se presentaron por sorpresa junto al Sagrado Corazón, en el barrio de Montmartre (norte de la ciudad).
Con este movimiento, los participantes, ataviados con los simbólicos chalecos fluorescentes, forzaron a la policía a desplegarse rápidamente para acordonar la marcha, que descendió desde Montmartre hacia las inmediaciones del palacio presidencial del Elíseo.
Al constatar que no podían acercase a su objetivo por el cordón policial, los manifestantes se dispersaron por el centro de la ciudad.
Algunos marcharon de nuevo por los Campos Elíseos y junto al Arco del Triunfo -zonas en las que se registraron actos de vandalismo en anteriores protestas- y otros por la zona de los Grandes Bulevares.