El presidente ruso, Vladimir Putin, está cada vez más solo. Cada día que pasa, su número de apoyos se reduce. Y lo hace en un momento en el que la sociedad rusa es más reticente a sus decisiones. Algunos podrían apoyar la guerra - pues la fuerte propaganda rusa hace bien su trabajo - ,pero se niegan a luchar en ella.
Así, Putin toma cada vez más decisiones en el conflicto para no verse contradecido por su cúpula militar, tal y como ha hecho saber 'The New York Times'. La última recomendación a la que se habría negado es la retirada de Jersón, una de las primeras ciudades que conquistó y donde se encuentran aisladas 20.000 tropas rusas. Pero Putin se niega y elige en torno a criterios políticos.
El aislamiento del presidente ruso va más allá de sus fronteras. El expresidente de Mongolia, Tsakhia Elbegdorj, ha asegurado que su país está abierto para esas minorías orientales movilizadas para la guerra. "Presidente (Putin), acabe con estas muertes y destrucción sin sentido", ha pedido a cámara. Y no ha sido el único en rechazarla en los últimos días.
El ministro de exteriores chino, Wang Yi, ha recalcado que la soberanía e integridad territorial de todos los países debe ser respetada.
A ellos se unen a otros países que, cuando comenzó la invasión, prefirieron mirar hacia otro lado. Es el caso del primer ministro de India, Narenda Modi, quien expresó el pasado 16 de septiembre que no era tiempo de guerra. Igual que el de Turquía, Recep Tayyip Erdogan: "Si se alcanza la paz en Ucrania, devolver las tierras invadidas será una parte importante del acuerdo. Esto es lo que se espera y esto es lo que queremos".
El analista de El Orden Mundial, Álvaro Argüelles, explica que ninguno de estos dirigentes no estaba totalmente convencido porque ninguno de ellos tiene nada que ganar. "No beneficia a ningún país ni política ni económicamente", añade. Sin embargo, esta soledad plantea riesgos: como una escalada descontrolada del conflicto, al ver que no tiene nada que perder, señala el experto.