Tras varios meses de pandemia con decenas de miles de fallecidos por el coronavirus en España y ante el temor a que ocurra una nueva oleada del virus ante los rebrotes que está sufriendo el país, mensajes en Twitter y Facebook llaman a que "la historia no se repita". Para ello, en estas las redes sociales están navegando fotografías relacionadas con la conocida gripe de 1918 junto a frases que advierten de que "la gente se despreocupó en el verano" de ese año y que, por eso, la segunda ola fue "más letal".
Unas palabras que no son verdad ya que la mayor mortalidad de la segunda ola de la pandemia de gripe de 1918 no tuvo como principal causa la despreocupación de la población sino otros factores. Y es que según algunos historiadores la probable mutación del virus de la "gripe española", su llegada a zonas rurales y un retraso en algunas medidas tomadas por las autoridades fueron más determinantes en el aumento de muertes que la relajación de la población tras la primera ola.
Esa segunda ola, entre septiembre y noviembre de 1918, produjo en torno al 70% de los más de 50 millones de fallecidos por esa pandemia, que en España fueron cerca de 300.000. Según el doctor en Historia Jaume Claret el hecho de que la despreocupación ciudadana fuera la principal causa del repunte de muertes es "más bien falso o poco ajustado a la realidad".
Claret, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, señala que no suele haber "una causa única que lo explique todo" pero, en este caso, sostiene que la opción preeminente es que "lo que incrementó su mortalidad fue una mutación del propio virus". Una opinión que comparte María Isabel Porras, catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien también afirma que el factor básico fue la mutación del virus. Sin embargo, la catedrática detalla que no se sabe a ciencia cierta ya que el equipo científico que concluyó la investigación que permitió secuenciar el genoma del virus que causó la gripe de 1918 hace 15 años, solo trabajó con muestras de cadáveres de fallecidos en la segunda ola.
Por otro lado, la historiadora María Lara destaca que "la población sí estaba concienciada y mentalizada" y explica que el factor determinante pudo ser que, tras el verano de 1918, las autoridades tardaron en dictar nuevas medidas de protección, como la suspensión de las fiestas populares en ciudades y pueblos o una limitación a los movimientos de población en masa, como se dio con la vendimia, que no tuvo restricciones.
Sin embargo, Lara indica que la población en general también pudo pecar de cierta despreocupación al haber pasado varios meses desde el brote anterior: "Las personas fueron muy cautelosas durante los meses en los que veían la mortalidad cara a cara, pero después no tanto". Por su parte, el historiador José Luis Betrán afirma que aunque el Gobierno español aconsejó aplazar los festejos populares en septiembre, pocas administraciones locales lo secundaron. Probablemente, por la presión social de empresarios, sindicatos y la Iglesia para que no se paralizara la actividad normal.
Es más, en aquella época, se hicieron llamamientos para rezos conjuntos contra el virus, como procesiones organizadas por algunos obispos, como el de Zamora, recuerda Lara. Por su parte, Porras cree que ante el segundo brote "se aplicaron parcialmente" medidas de precaución, ya que, por ejemplo, se cerraron los centros públicos de enseñanza, pero no los privados y también se mantuvieron abiertos los cafés y se permitieron las ceremonias religiosas.
Según Claret, otro factor que pudo llevar a que la segunda ola fuera más grave fue su incidencia sobre nuevas poblaciones. Por ejemplo, Madrid fue muy afectada en la primera ola, tras las fiestas de San Isidro, pero en el segundo brote fueron más damnificadas las zonas rurales, en especial del norte peninsular. Eso pudo deberse al regreso en esas fechas de los licenciados del servicio militar a sus pueblos. De forma paralela, a nivel internacional los historiadores suelen relacionar la llegada del virus a zonas nuevas con los retornos de tropas militares, justo cuando la Primera Guerra Mundial estaba terminando.