Alrededor de 100.000 personas, desde vecinos hasta efectivos de equipos de salvamento de todo el mundo, trabajan ahora mismo mano a mano para buscar y rescatar a las víctimas atrapadas entre los escombros de edificios y otras infraestructuras destruidaspor los terribles terremotos en Turquía. El objetivo: salvar el mayor número de vidas en el menor tiempo posible -estas labores se complican mucho una vez pasadas 72 horas desde el inicio de la catástrofe-. Por ello, cada vez son más los dispositivos enviados por distintos países para colaborar en las tareas de auxilio de las personas afectadas en Turquía.
Pero ¿y en Siria? El otro país enormemente devastado por los seísmos -también cuentan sus víctimas mortales y heridos por miles- cuenta con muy pocos recursos y manos para realizar un trabajo ahora mismo tan esencial como el que se está realizando en territorio turco. La razón: el tremendo conflicto civil que se lleva desarrollando allí desde hace años, que ha conllevado importantes sanciones que a día de hoy dificultan, y mucho, la búsqueda y rescate de las víctimas. Sin embargo, allí cuentan con un dispositivo especial, considerado como los ángeles de la guarda de la población por su reacción ante esta y otras tantas tragedias: son los Cascos Blancos.
"Cuando caen las bombas, los Cascos Blancos (también conocidos como la Defensa Civil de Siria) entran en acción. En un lugar en el que los servicios públicos no funcionan, estos voluntarios humanitarios arriesgan sus vidas para ayudar a cualquiera que lo necesite, independiente de su religión o afiliación política". Así se presentan así mismos en su página web, en la que añaden: "Reconocibles por sus distintivos cascos, los trabajadores de rescate operan en uno de los lugares más peligrosos del planeta y han salvado más de 100.000 vidas en los últimos cinco años".
Quiénes forman parte de los Cascos Blancos
En concreto, se trata de un grupo de auxilio constituido durante la guerra en Siria para asistir a la población civil. La organización cuenta en la actualidad con unos 3.400 miembros, aproximadamente -252 han muerto y más de 500 han resultado heridos ayudando a otros, dicen, "pagando el precio más caro por su compasión"-. Pero no son profesionales del rescate ni de la asistencia sanitaria, habiendo sido "anteriormente panaderos, sastres, ingenieros, farmacéuticos, pintores, carpinteros, estudiantes y otras tantas profesiones; procedentes de todos los ámbitos de la vida".
Financiados por diversas naciones de Occidente, estos rescatistas se han trasladado en las últimas horas al norte del país, controlado por la oposición siria, para socorrer a las víctimas de los terremotos. Ante una de las mayores tragedias que ha sufrido el país, han pedido ayuda a países y voluntarios. Porque no está siendo nada fácil: "Han pasado más de 76 horas desde el terremoto. Hemos sacado cientos de muertos de debajo de los escombros de las casas destruidas, y la situación sigue siendo terrible con la presencia de otros cientos enterrados".
Precisamente, con el objetivo de dar una respuesta rápida y auxiliar eficazmente a las víctimas que consiguen rescatar, han pedido a la comunidad internacional que done dinero y recursos: "Estamos trabajando sin parar para rescatar sobrevivientes de debajo de los escombros, ayúdanos a salvar más vidas. Todavía escuchamos gritos de ayuda de los atrapados bajo los escombros. Muchas de nuestras propias familias y vecinos no han sobrevivido. Miles están muertos. Faltan miles más. Estamos haciendo todo lo que podemos, pero necesitamos su ayuda. Nuestros equipos y suministros existentes no son suficientes para hacer frente a este desastre".
Son las palabras de Raed Al Saleh, Jefe de Cascos Blancos, que recuerda que ahora mismo necesitan "combustible y repuestos para ambulancias, más equipo de elevación pesado para limpiar los escombros y asegurar las áreas". Al Saleh ha recordado además que, aunque este terremoto "sería un desastre para cualquier país", en el norte de Siria la situación es peor: "Millones de personas viven en edificios debilitados por años de bombardeos y el sistema hospitalario ha sido destruido por el régimen de Assad y Rusia". Ese dinero también va destinado a la compra de todo tipo de recursos para cumplir su labor con eficacia.
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Gafas de seguridad, protecciones de rodillas y codos, kits de primeros auxilios, mascarillas antigás, desfibriladores, sogas de rescate, extintores de incendios y, por supuesto, cascos, son algunas de las muchas herramientas que necesitan adquirir para trabajar al mismo nivel y ritmo que en Turquía, además de los recursos básicos mencionados anteriormente. Porque, como recuerdan, todas las vidas importan ante una masacre que sigue registrando más y más víctimas mortales y heridos cada poco tiempo.
Los Cascos Blancos, en Netflix
De la labor de los Cascos Blancos se ha hablado en multitud de ocasiones. Porque no solo gobiernos e instituciones han alabado su compromiso con la defensa de los derechos humanos y su trabajo al límite para proteger a las personas en situación de vulnerabilidad. Ya en el año 2016, Netflix produjo un documental dirigido por el británico Orlando von Einsiedel en el que se retrata el día a día de estos voluntarios frente a las graves consecuencias de la violencia que sufre el país tanto a nivel interno como frente a otras naciones.
En concreto, a medida que la violencia en Siria y Turquía va aumentando,en 'The White Helmets' la cámara sigue a tres voluntariosde esta organización que arriesgan todo para salvar a los ciudadanos que se han visto afectados por la guerra, mientras se preocupan por su propia seguridad y la de sus seres queridos. Un documental con el que se rinde de alguna forma homenaje a todos esos hombres y mujeres que no han dudado en poner su vida en juego por salvar la de otros, como está sucediendo ahora.