Las calles de Reino Unido son un polvorín ahora mismo desatado por el reciente ataque con arma blanca en la ciudad Southport, en la que un adolescente de 17 años mató a tres niñas e hirió a otras ocho durante una clase de baile.

Los grupos de extrema derecha están aprovechando la coyuntura para crear crispación con bulos xenófobos antimusulmanes contra el atacante, de raza negra, a quién de forma excepcional porque se trata de un menor, el juez ha identificado para tratar de frenar las movilizaciones.

Dichos grupos realizan proclamas a través de redes sociales con proclamas como 'Salven a nuestros hijos' y se concentran frente a las mezquitas, donde algunos templos han cancelado ya sus eventos por seguridad. Incluso acuden a las puertas de centros de solicitantes de asilo para increpar a los migrantes.

El gobierno británico ya ha desplegado un enorme dispositivo policial frente a estas localizaciones para evitar más disturbios. De hecho, el primer ministro, Keir Starmer, ha creado una unidad policial especial para restringir los movimientos de los que ha denominado

"banda de matones".

Una "banda" a la que ha advertido: "No se trata de una protesta, no es legítimo, es un delito. Después de este ataque, la comunidad de Southport ha tenido que sufrir dos veces".