Nueva Zelanda se blinda y vuelve al escenario "rojo" de su semáforo COVID por el brote de nueve casos de la variante ómicron detectado tras una boda.
De esta boda no ha salido otra, como dice el refrán, sino más bien lo contrario. Y es que la primera ministra del país, Jacinda Ardern, ha tenido que aplazar su enlace debido a este escenario.
"Mi boda no tendrá lugar", afirmó en una rueda de prensa, añadiendo: "No soy distinta de otros miles de neozelandeses que han tenido impactos mucho más devastadores por la pandemia, de los que el más descorazonador es no poder estar con un ser querido cuando está enfermo. Eso supera de lejos la tristeza que siento".
El 94% de los neozelandeses mayores de 12 años han recibido dos dosis de la vacuna, mientras el 56% ha recibido una dosis de refuerzo. Además, mantendrán sus fronteras cerradas a los viajeros extranjeros hasta abril de 2022.
El resto de medidas incluyen refuerzos en el sistema sanitario, así como el uso de mascarillas y en las reuniones sociales. Los casos totales del país desde que comenzó la pandemia ha sido de 15.550, lamentando 52 muertes, un modelo contrario a una Irlanda que este domingo elimina todas sus restricciones con más de 6.500 contagios en las últimas 24 horas.
Solo seguirá siendo obligatorio el uso de la mascarilla en espacios cerrados como comercios, colegios y transporte público, una medida que también tiene fecha de caducidad: el 28 de febrero.
En paises como Alemania y Bélgica se suceden las manifestaciones para que las restricciones lleguen a su fin. En Estados Unidos, por su parte, han fallecido 38.000 personas desde el inicio de año, una alta mortalidad que se explica por la baja tasa de vacunación, (apenas supera el 60% la población con la pauta completa).