Igual que los refugiados de Afganistán, otros siguieron tiempo atrás el mismo periplo. Es el caso de Sulekha Ismail: su instinto maternal le llevó a abandonar Somalia cuando estaba en guerra. "Ya no pude aguantar más porque me querían quitar a mis hijos para que fueran niños soldados. Tenía que salir y buscar la manera de salvar a mis hijos", relata.
No fue nada fácil. Primero tuvo que mandar a Kenia a cuatro de ellos con un camionero que les ayudó. Después, pasaron dos años hasta que pudieron reencontrarse todos en España. "Fue el mejor momento de mi vida", reconoce.
Los inicios aquí fueron difíciles, pero salió adelante gracias al centro de acogida. "Me ayudaron con el tema del psicólogo porque no estaba bien mentalmente y me sentí con fuerza, nos apoyaron muchísimo para salir adelante", relata.
El apoyo profesional es clave en estos casos. "Implica que el impacto psicológico se vea reducido y las consecuencias que se pudiesen derivar sean menores", indica Laura Baliña, psicóloga sanitaria en 'Center Psicología'.
"Su proyecto de vida se rompe abruptamente y reconstruirlo suele requerir tiempo, así se sienten efectivamente en un lugar seguro", sostiene Áliva Díez, coordinadora estatal de Acogida de CEAR.
Un centro de acogida puede ser ese lugar: allí se cubren las necesidades básicas de aquellos que llegan sin medios. Ahora mismo hay unas 6.000 personas atendidas en centros que el Estado pone a disposición, pero también hay otros de ONG. "Se les acompaña en los primeros pasos a una persona refugiada: en el empadronamiento, la escolarización, el proceso jurídico", apunta Díez.
En definitiva, se les ayuda para que sean uno más en nuestra sociedad. "Tenemos que hacer integración social para saber el idioma, las costumbres y los hábitos de los españoles", subraya Lina, que llegó a Madrid en 2014. Ella apoyó la Comisión Estatal de Ayuda al Refugiado tras huir de Siria. Al igual que Jelena Novakovic, que huyó de la guerra de Bosnia. "Para mí ha sido una ventana a otro tipo de vida", reconoce Novakovic. "Es una oportunidad única", apunta Ahmed Abuzubaida, que escapó de Gaza.
Una oportunidad que ha sabido aprovechar Sulekha. "Estoy viviendo mejor momento de mi vida. Con lo que estoy trabajando como limpieza, estoy tranquila", cuenta. Porque hoy sí: es ella y solo ella quien elige su proyecto de vida.