Desde hace varios días, la ciudad de Washington DC se encuentra en alerta y blindada ante un evento que va a paralizar el país y prácticamente el mundo el próximo 20 de enero: la toma de posesión de Joe Biden como el presidente número 46 en la historia de Estados Unidos.
El ataque al Capitolio el pasado 6 de enero por parte de grupos radicales de extrema derecha, contrarios al nombramiento de Biden y negacionistas del resultado electoral del 3 de noviembre, ha obligado a las autoridades a extremar las precauciones de cara a una ceremonia que va a ser histórica en lo político, pero también en lo estratégico. De hecho, la investidura ha sido catalogada en Estados Unidos como un Evento Nacional de Seguridad Especial (NSSE, por sus siglas en inglés), según explica el propio Servicio Nacional de Seguridad.
Washington DC, una ciudad acordonada... pero con miedo
El paisaje de la capital estadounidense lo forman estos días camiones militares que bloquean las calles y accesos al Capitolio, carreteras y líneas de metro cerradas para evitar altercados y vallas de protección que rodean el perímetro del National Mall, el recinto donde están los monumentos más emblemáticos de la ciudad. El Servicio Secreto de Estados Unidos actualiza en sus redes sociales las calles y carreteras por las que se puede circular en Washington.
Sin embargo, la posibilidad de una revuelta durante la toma de posesión o en los días posteriores mantiene en alerta a la población de la ciudad. Este lunes, por ejemplo, un pequeño incendio en un campamento de personas sin hogar a 1,6 kilómetros del Capitolio obligó a cerrar el complejo, porque se interpretó como una posible amenaza, que finalmente no fue tal, informó el Departamento de Incendios del distrito de Columbia.
Además, Joe Biden no va a viajar a Washington hasta unas pocas horas antes del comienzo de la ceremonia, para incrementar su seguridad propia.Tampoco lo hará en tren, el medio que habitualmente utiliza para desplazarse entre su residencia en Delaware y la capital, según confirman fuentes de la agencia de noticias 'Associated Press'.
Dispositivo de seguridad sin precedentes
Las primeras tropas llegaron hace más de una semana a la ciudad y, para este miércoles, el Departamento de Defensa ha autorizado el despliegue de unos 25.000 efectivos dentro del Capitolio y de la Casa Blanca y en los alrededores. Durante la toma de posesión de Donald Trump, en enero de 2017, los miembros de seguridad no superaron las 8.000 personas, de acuerdo con'Reuters'. Por otro lado, si no hubiesen tenido lugar los ataques al Capitolio hace dos semanas, no se habrían alcanzado los 10.000 efectivos para esta jornada.
"Parece una zona de guerra", explica Guillermo Fesser, corresponsal de La Sexta en el país norteamericano. De hecho, los soldados estadounidenses presentes en Washington estos días multiplican por cuatro a los que hay desplegados en Irak y en Afganistán juntos, según 'Sky News'. "El ambiente es rarísimo", cuenta Fesser, porque "en lugar de gente en el Mall, va a haber soldados y policía a millares".
El dispositivo lo coordina el Servicio Secreto de Estados Unidos, junto con al menos 20 agencias de seguridad y entidades de seguridad pública, según informa la 'BBC'. Los cuerpos encargados de velar porque no haya incidentes durante los actos son el FBI, la Policía y la Guardia Nacional, que incluso han dormido estos días en los pasillos del Congreso para extremar las precauciones.
El FBI investiga posibles actitudes sospechosas de los miembros de seguridad
Tal es el nivel de alerta en el país que las autoridades estadounidenses no se fían ni siquiera de los propios efectivos que van a custodiar el Capitolio durante el nombramiento de Biden. Por ello, el FBI lleva varios días evaluando a los miembros de estos cuerpos y metiendo sus nombres en bases de datos por si vieran alguna actitud que pudiera resultar peligrosa, según ha confirmado el secretario del Ejército, Ryan McCarthy, a 'Associated Press'.
Se investiga, por ejemplo, si estos agentes podrían llevar a cabo alguna acción terrorista por su cuenta o si podrían tener un contacto, directo o no, con los asaltantes del Capitolio y otros radicales.
Los grupos de extrema derecha, la principal amenaza
Donald Trump anunció solo dos días después de estos ataques, en su ya inexistente cuenta de Twitter, que no iba a estar presente en los actos de toma de posesión de Biden. Se espera que el magnate viaje a su mansión en Mar-a-Lago (Florida) unas horas antes del intercambio de poderes y que la máxima autoridad republicana presente sea el hasta ahora vicepresidente, Mike Pence.
Aunque Trump no se encuentre físicamente en Washington, los agentes ya están advertidos de los altercados que podrían causar sus fanáticos, entre ellos los supremacistas blancos, la extrema derecha y otros grupos radicales, como 'QAnon' y los 'Proud Boys'.
Todos ellos han hecho campaña a favor de Trump en los últimos meses al tachar de fraude el resultado de las elecciones presidenciales y, más recientemente, al irrumpir con violencia en la sede del Congreso para evitar que se certificase la victoria de Biden. Los incidentes concluyeron con cinco fallecidos y decenas de detenidos.
De cara a la investidura de este 20 de enero, el Ejército prevé que puedan sucederse ataques coordinados por parte de grupos de individuos armados e incluso que se coloquen explosivos u otro tipo de artefactos en la zona, según palabras de McCarthy. Alerta también de que ciertas facciones podrían haber planeado marchas con armas en el momento de la ceremonia y hasta varios días después.