La sangre de los hijos de Masoud y Salam, una familia palestina, sigue todavía presente en las paredes de su casa. Tenían 12 y 15 años, y murieron en la azotea mientras dormían tras el impacto de un proyectil disparado por el Ejército israelí hace unos días.

"El Ejército israelí son criminales, mataron a nuestros hijos sin ninguna razón, y están ocupando nuestra tierra. No tienen el derecho de entrar aquí", afirma Masoud, el padre de los niños fallecidos.

Este campo de refugiados de Tubas, en el norte de la Cisjordania ocupada, también ha sido uno de los objetivos, junto a las ciudades de Yenín y Tulkarem, de las tropas israelíes en la ofensiva lanzada esta semana que ha dejado más de una veintena de muertos.

"Los soldados vinieron y rodearon el campo empezaron a disparar a los palestinos. Y luego bombardearon nuestra azotea y mataron a mis sobrinos arriba y a otros dos adolescentes", explica otro familiar sobre el trágico ataque de Israel que duró 32 horas.

Para Israel, estas incursiones están justificadas porque son operaciones antiterroristas que buscan matar a miembros de las milicias palestinas como la Yihad Islámica y Hamás, que están en estos campos de refugiados.

La madre de estos dos hijos, Salam se muestra tajante ante estas acusaciones: "No, no, no. Estamos en nuestra tierra, estamos en nuestra casa, vienen con pistolas, proyectiles. ¿Qué podemos hacer? Mis hijos no tenían armas, ni piedras estaban durmiendo. Y los vi muertos en la azotea".

El dolor y las muertes se han instalado en estos territorios palestinos ocupados desde el estallido de la guerra en Gaza. Los asaltos de las tropas israelíes han dejado más de 300 muertos en lo que va de este 2024.