Pamela y Roxana llevaban dos años viviendo en una pequeña habitación de un hostal en Barracas (Argentina). Después se mudaron con ellas Andrea y Sofía. Dos parejas de mujeres que compartían un pequeño cuarto sin baño. El pasado 6 de mayo uno de sus vecinos lanzó un cóctel molotov en esa habitación, cerró la puerta y la sujetó para que ellas no pudieran salir cuando se declarara el incendio.
Ya las había amenazado de muerte las pasadas Navidades. Justo Barrientos las acosaba, se dirigía a ellas como "engendros" y las llamaba "tortas", "sucias" y "gordas". Acabó cumpliendo su amenaza. Pamela murió solo unas horas después del incendio, Roxana agonizó durante 48 horas y Andrea luchó por su vida durante 6 días.
Sólo Sofía, de 42 años, ha sobrevivido. Actualmente, sigue recuperándose en el hospital y ya ha podido prestar declaración. Barrientos, que intentó suicidarse después del ataque LGTBIfóbico, ya ha pasado a disposición judicial.
El Gobierno Milei niega el lesbicidio
Ahora el magistrado tendrá que decidir si Barrientos es imputable y si aplica el agravante por cuestión de género y orientación sexual. La calle lo tiene claro: "Fue un triple lesbicidio, una masacre", decían durante la protesta en la localidad de Barracas, donde las mujeres fueron asesinadas.
Pero el Gobierno de Milei rechaza hablar en esos términos. "Me parece muy injusto solo hablar de este episodio cuando la violencia es algo mucho más abarcativo que, simplemente, una cuestión contra un determinado colectivo", respondía Manuel Adorni, portavoz de la Casa Rosada. "Hay muchas mujeres y hombres que sufren violencia", agregaba.
Sus palabras indignaron a activistas y especialistas en cuestiones de género y políticos de la oposición. La diputada del Frente de izquierdas, Romina del Plá, ha condenado en Twitter las declaraciones de Adorni y ha asegurado que lo ocurrido en Barracas fue un lesbicidio. A esto, le contestó el portavoz con un pantallazo de la RAE para defender que ese término no está en el diccionario.
Los precedentes homófobos del Gobierno
"Justicia para todes, el Estado es responsable": es el cántico que se repite en las concentraciones en memoria de las víctimas. Señalan el aumento de los discursos de odio en la era Milei. No debe ser casual si recordamos a las declaraciones de su ahora ministra de Exteriores. Entrevistada el año pasado, la entonces diputada de La Libertad Avanza, Diana Mondino, respondía así sobre le matrimonio igualitario: "Si vos preferís no bañarte y estar lleno de piojos, es tu elección, listo, después no te quejes si hay alguien que no le gusta que tengas piojos".
Hace solo unos días, era el biógrafo y amigo de Milei quien atacaba el colectivo. Durante una entrevista radiofónica, Nicolás Márquez, ariete de la extrema derecha, calificaba la homosexualidad de "insana y autodestructiva" y se felicitaba porque Milei no "promueva ni financie" la homosexualidad.
Paradójicamente, cargaba contra la RAE por incluir le término homofobia porque "la homofobia no existe". "La fobia es una enfermedad, un desorden psiquiátrico. La homofobia es un invento idiomático (...) que tiene un carácter peyorativo e insultante, y patologizante de todo aquel que difiere con la ideología de género", añadía.