El presidente de EEUU, Donald Trump, retomó su discurso más duro contra la inmigración ilegal en un intento de alejar el foco mediático de los niños indocumentados separados de sus familias en la frontera, días después de ceder ante las críticas y ordenar el fin de esa polémica medida.
Trump recibió en la Casa Blanca a una quincena de padres, cuyos hijos fueron asesinados por indocumentados, para recuperar uno de los temas que más destacó en su campaña electoral y que funciona con su base de votantes: la idea de que la inmigración irregular está relacionada con el auge de la criminalidad.
"No descansaremos hasta que nuestra frontera esté segura y nuestros ciudadanos estén a salvo", subrayó Trump, rodeado de 15 personas que sostenían en sus manos fotos de sus familiares fallecidos, todas ellas firmadas por el presidente.
Trump quiso contrastar el sentimiento de la pérdida de esos estadounidenses con el sufrimiento supuestamente temporal de las familias indocumentadas que se han visto separadas en la frontera desde abril, como consecuencia de la política de la Casa Blanca.
"Estos son los ciudadanos estadounidenses permanentemente separados de sus seres queridos. La palabra en la que tienen que pensar es 'permanentemente'. No están separados un día o dos. Están permanentemente separados", insistió Trump.
El mandatario no mencionó explícitamente el alejamiento de más de 2.300 niños de sus padres en la frontera, pero sí arremetió contra los medios de comunicación. "(Los medios) no hablan de la muerte y destrucción que causa la gente que no debería estar aquí", afirma.
Desde su campaña electoral, Trump ha citado los casos de asesinatos perpetrados por indocumentados como una presunta prueba de que la inmigración irregular aumenta la criminalidad en el país, pese a que las estadísticas oficiales no corroboran esa tendencia.
Según datos del censo de EEUU de entre 1980 y 2010, los hombres inmigrantes de entre 18 y 49 años tienen entre la mitad y una quinta parte menos de probabilidades de ser encarcelados por haber cometido un crimen que los nacidos en el país.
Con su vuelta a ese tema, Trump parecía querer justificar su política de 'tolerancia cero' con la inmigración ilegal, que lleva a procesar criminalmente a los adultos que llegan irregularmente al país, algo que antes no se hacía y que originó la separación de los niños de sus padres cuando estos eran privados de libertad.
Ante las fuertes críticas que generó esa separación, Trump se vio obligado a ordenar que su Gobierno frenara esa división de las familias en la frontera, y que en cambio mantuviera juntos a los niños con sus padres o familiares en centros de detención.