La magnitud real del daño provocado por el terremoto y tsunami de hace nueve días en Indonesia comenzó a tomar cuerpo después de que las autoridades elevaran a 1.763 los muertos y a 5.000 los desaparecidos en lo que ya es el peor desastre natural del país desde 2004.
El portavoz de la agencia de Prevención de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, dijo hoy que la estimación de desaparecidos corresponde a los barrios de Petobo y Balaroa, en Palu, la capital provincial de esta región del centro de la isla de Célebes, la más castigada por la catástrofe.
"El número de 5.000 se basa en un informe oral del jefe local. Cuántos son no podemos saberlo con seguridad. Es solo una estimación", dijo Sutopo en rueda de prensa. Hasta hoy las autoridades indonesias situaban el número de desaparecidos en unos pocos centenares, pero casi nadie en Palu se ha sorprendido por el anuncio del portavoz.
Balaroa, situado el oeste de Palu, fue arrasado al completo por el seísmo y los edificios se apilan unos encima de otros convertidos en un amasijo de escombros y tierra. Petobo, situado 7 kilómetros al sur del centro de la ciudad, fue literalmente borrada del mapa por un alud de barro que siguió al terremoto de 7,5 grados y que engulló hogares, escuelas, centros religiosos y sanitarios, debido a la licuefacción del suelo.
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Este fenómeno ocurre cuando un fuerte movimiento telúrico golpea un suelo de tierra poco solido, como el suelo arenoso de Petobo, y con grandes bolsas de agua, lo que provoca el hundimiento del terreno y libera una gran cantidad de barro que arrastra los edificios.