Con 29 años, y todavía en prácticas, la perspicacia de Laurent fue clave para truncar la huida del atacante de Levallois. Le llamó la atención un coche con el que le cruzó cuando iba de camino a su comisaría."Iba a gran velocidad, llevaba el parabrisas completamente roto y arrastraba el parachoques", ha contado el policía en cuestión.
Anotó la matrícula y dio parte. Era el BMW de la masacre frustrada. Las cámaras de tráfico -la A16 hacia Bélgica es una de las carreteras más vigiladas- y el GPS del coche -que al parecer era alquilado- le siguieron la pista. Hasta 300 agentes se desplegaron para detener a Hamou Benlatrèche, el conductor y principal sospechoso. Sigue hospitalizado crítico por los cinco tiros que recibió y todavía no ha podido ser interrogado.
Mientras se investigan sus motivaciones y posibles cómplices, la familia de este argelino, de 37 años, no sale de su asombro: nunca mostró radicalidad. Mohamed Benlatrèche, tío del sospechoso, dice que no sabía "qué se le pudo pasar por la cabeza. Nunca se había dejado barba. Le gustaba hablar con todo el mundo". Tanto, que trabajó varias veces de cara al público "como repartidor, antes como taxista y conductor de Uber", cuenta su familiar.
No estaba en el radar de los servicios de Inteligencia, no tenía ficha "S", aunque hoy sabemos que vivía en una zona con una importante comunidad salafista.