Ashwaq Haji tenía 14 años cuando capturada y vendida como esclava sexual a un miembro de Dáesh: pagó 100 dólares por ella. Como muchas otras jóvenes yazidíes, fue violada y golpeada, pero ella logró escapar de Irak y se fue a Alemania con su madre y su hermano.
A 4.000 kilómetros de distancia, en un pueblo alemán, creía estar a salvo de esta pesadilla, pero la encontró de frente, en un supermercado: "Me pregunto si era yo, le dije que no, me dijo que sí era yo".
Allí estaba su violador, su verdugo. Conocía todos los detalles de su vida en Alemania: "Él me dijo: 'Vives desde el 2015 en Alemania, vives con tu madre, con tu hermano…'. Tenía hasta mi dirección".
Ashwaq acudió a la Policía pero no lograron localizarlo. Aterrorizada con la posibilidad de volver a encontrarse con su captor, regresó a Irak.
La minoría yazidí en Irak ha sido perseguida y masacrada por Dáesh desde que el grupo terrorista se hizo con el control de un tercio del país en 2014. Han destruido sus aldeas, violado a sus mujeres y asesinado a sus niños.
De vuelta en un campamento yazidí en Irak, quiere salir del país pero asegura que "aunque se destruyera el mundo, no volvería a Alemania". Un viaje de ida y vuelta hacia el horror, cuando tienes que huir hasta de tu refugio.