La Justicia ha declarado culpable de asesinato a Valérie Bacot, la mujer que mató a su padrastro, después de que éste la violase, maltratase y la obligase a prostituirse durante años.

En total, ha sido condenada a cuatro años, solo uno de ellos a prisión, pena que se le conmuta por el tiempo que ya ha pasado entre rejas. Así, queda en libertad después de un juicio al que llegó con la mirada perdida y abrumada.

Se enfrentaba a una cadena perpetua por lo ocurrido, unas heridas por las que reconocía no haber pasado página. "Aún vivo en sus garras", aseguraba. Ante la jueza ha tenido que relatar todos los episodios que vivió. "Yo tenía 11 o 12 años. Todas las tardes, después del colegio, él venía y me decía: 'Sube'. Y yo sabía lo que significaba", comentó en una entrevista.

Unos abusos que, con el paso de los años, fueron "a peor", llegando a recibir amenazas de muerte dirigidas a ella y a sus hijos. "Hasta me amenazaba con su pistola", llegó a comentar. Tras una discusión, Bacot usó el arma con la que tantas veces su padrastro la había amenazado a ella y a sus hijos. "Cogí el arma y solo recuerdo haber cerrado los ojos", afirmó.

Los hijos de Bacot relataron el infierno que vivieron en primera persona, confirmando las barbaridades a las que tuvieron que enfrentarse. "Me acuerdo de que un día le dijo a mi madre: 'Voy a avisar a tus hijos de que te voy a desangrar, tirar, y luego los mataré'", recordaba una de las hijas, que testificó bajo el nombre de Camille.

Roman recordaba estar jugando y escuchar palizas a diario. Todos los días veían a su madre llorar y cojear. Todos lo han definido como un hombre alcohólico, irascible y violento. "Estábamos atrapados", confesó. Ahora, esta historia cuenta con un final, al menos en la vía judicial.