Los vídeos grabados por Dominique Pelicot de su mujer, Gisèle, cuando, inconsciente por las drogas que le suministraba, era violada por decenas de hombres a los que el marido invitaba a su casa, han sido proyectados en el Tribunal de lo Criminal de Aviñón en presencia de público y de la prensa. La proyección, que ha sido este viernes a mediodía, es una decisión histórica del tribunal y los abogados de la víctima la han calificado de "victoria".
El presidente del tribunal, Roger Arata, dio marcha atrás en la decisión que había tomado el pasado 20 de excluir al público y a la prensa de la sala en el momento en que se proyectaran esos vídeos y autorizó su presencia, como quería Gisèle Pelicot, que había querido que con la transparencia en el proceso de todo lo que se le hizo "la vergüenza cambie de bando".
Los vídeos son durísimos. De hecho, hay personas que se han tenido que salir de la sala. No obstante, la presencia en la sala de periodistas ha servido para comprobar cuáles son las reacciones de los acusados ante los vídeos. Solo uno, Thierry Postat ha sido capaz de mirar a Gisèle; y el resto ha agachado la cabeza.
A este otro, Adrien Longeron, y tras verse violando a Gisèle, no le ha quedado más opción que reconocer que no obtuvo ningún tipo de consentimiento por parte de la víctima. Thierry P., que ha declarado que él no fue a la casa de los Pelicot para violar a Gisèle, se ha intentado defender acusando a Dominique Pelicot: dice que todo lo hizo una petición del marido.
Mientras, Redouane El Farihu, otro de los acusados, también ha dicho que tenía "miedo" y que estaba "aterrorizado" por el "señor Pelicot". Simone Mekenese, vecino de los Pelicot y a quien Gisèle conocía, no ha sido ni capaz de tomar la palabra tras verse en los vídeos.
Se trata de unas imágenes terribles que periodistas y público han vuelto a ver tras un intenso debate. Se ha comparado con procesos de terrorismo como el ataque a la sala Bataclan de París, porque, a pesar de su dureza, son necesarios. "Ayudarán a cambiar mentalidades", han apuntado varias asociaciones feministas.
Una decisión, que como era de esperar, para los abogados de los acusados no prueba nada. El abogado del acusado Jean Tirano ha sostenido que en las imágenes no se puede reconocer a su cliente. En la misma línea, se ha expresado Nadia El Bouroumi, polémica abogada de dos de los 51 acusados que cuestionó a la víctima. Ella cree que esta decisión se debe a una supuesta "dictadura mediática" y reivindica el derecho a plantear preguntas sin que se les reproche estar atacando a la acusación particular.
El abogado de la víctima defiende el visionado
El presidente del tribunal, de acuerdo con la prensa local, ha anunciado su giro al término de un debate este viernes por la mañana en la audiencia sobre esa cuestión y ha precisado que dado el carácter de las imágenes cada vez que se haga se hará un anuncio para que los que quieran puedan salir de la sala.
Durante ese debate, Antoine Camus, abogado de Gisèle Pelicot, que se ha constituido en acusación particular, ha justificado la pertinencia de que el público y la prensa estén presentes para evitar que la defensa presente ante unos y otros lo que las imágenes muestran. Para Camus, los vídeos sirven para que "se hunda" la tesis que sostienen algunos de los acusados "de una violación accidental, de una violación por falta de atención, por imprudencia". "Lo que muestran -subrayó- es la violación oportunista".
El letrado de la acusación particular señaló que si el público y la prensa no están presentes se corre el riesgo de que "para salvar la cara", los letrados de los que se sientan en el banquillo cuando se les permita volver a la sala hagan una interpretación sesgada de las imágenes para decir que las cosas allí no quedan claras.
Muchos de los que se sientan en el banquillo reconocen haber mantenido relaciones sexuales con la víctima -con las imágenes sería imposible negarlo-, pero sostienen que creían que tenían su consentimiento implícito, a través de su marido y que no eran conscientes de que éste utilizaba la sumisión química para saltarse su voluntad.