Miles de hombres fueron violados durante la guerra de Bosnia Herzegovina entre el 1992 y 1995 y, un cuarto de siglo después, estos crímenes siguen en su mayoría impunes ante la falta de denuncias por la vergüenza de las víctimas y su temor al rechazo social.
Sabiha Husic, presidenta de la organización Medica en Sarajevo, dedicada a asistir a las víctimas de violencia sexual, resalta que se desconoce el número exacto de víctimas ante el enorme tabú que sigue en torno a este tema en este país balcánico, con fuertes tradiciones conservadoras y patriarcales.
"Según datos que he logrado reunir durante la guerra fueron violados al menos unos 3.000 varones", cuenta Husic en Sarajevo. "Hasta ahora, una veintena de varones han recibido nuestro asesoramiento y terapia, muy pocos en comparación con el número de los violados", agrega.
Mientras que numerosos casos de violación de mujeres han sido vistos por el Tribunal Penal para la Antigua Yugoslavia,TPIY, de La Haya, el maltrato sexual y las violaciones de prisioneros masculinos es un tema menos abordado.
Bosnia es "una sociedad patriarcal donde los varones no hablan de ese tipo de traumas. Se avergüenzan de lo que tuvieron que sufrir. Sobre todo temen las reacciones del entorno", explica Husic.
Aunque no existen datos oficiales, los historiadores de la región aseguran que estas violaciones se produjeron sobre todo en los campos de concentración en el oeste de Bosnia, de Omarska, Keraterm y Trnopolje, que estaban bajo control de las fuerzas serbobosnias.
También hubo incidentes de este tipo en el sur del país, en Dretelj y Ljubuski, en zonas controladas por los croata bosnios. "Solo unos pocos casos llegaron a ser conocidos, gracias a declaraciones de testigos en los juicios en La Haya y Sarajevo", indica el historiador Jasmin Medic, autor de varios libros sobre los campos de concentración en territorios que hoy son parte de la República Serbia, una de las dos entidades autónomas que integran actualmente el territorio de Bosnia Herzegovina.
Medic destaca un ejemplo de sádica tortura perpetrada en Omarska y por el que, entre otros crímenes, un antiguo guardia serbobosnio fue condenado en La Haya a 20 años de prisión.
El TPIY determinó que un grupo de guardias torturó y asesinó al prisionero bosnio musulmán Fikret Harambasic. "El testigo recibió la orden de lamer su trasero desnudo, y otro de chuparle el pene, y luego de destrozarle a mordiscos los testículos", señala un informe de la Fiscalía del TPIY.
"Mientras, un grupo de uniformados le gritaban que mordiera más fuerte, otro testigo fue amenazado con que le sacarían los ojos con un cuchillo si no mantenía cerrada la boca de Harambasic para impedirle que chillara de dolor", añade el texto.
En otro juicio contra exmiembros de la policía serbobosnia, un testigo contó ante los jueces en Sarajevo que dos prisioneros fueron obligados a practicar el sexo oral entre sí delante de la novia de uno de ellos.
Mientras, en un caso de guerra cometido en los campos de concentración dirigidos por croatas bosnios, también hay testimonios de que las torturas incluían actos de humillación sexual.
Pese a ello, la legislación bosnia aún no incluye una regulación de los derechos de varones víctimas de violencia sexual. Marija, una asistenta social croata que durante la guerra alojó en Zagreb a una treintena de refugiados bosnios musulmanes, cuenta que dos de sus huéspedes tuvieron que ser operados de urgencia tras ser violados por fuerzas serbobosnias.
A esas víctimas, que luego se fueron a Europa occidental, no se les ocurrió jamás pedir Justicia en su país, asegura. "Lo que sufrieron fue una enorme humillación que quieren mantener en secreto. Tampoco confían en la Justicia. Quieren callar y olvidarse de todo", concluye Marija.