En una década, un 90% de las tierras de vino de España dejarán de ser óptimas para el vino de siempre. En nuestras manos está adaptarnos a lo inevitable: el vino emigrará de España empujado por el cambio climático y los países más fríos serán los más beneficiados.
Nacho Morales dirige un estudio con el que pretende adaptar los cultivos a una nueva realidad futura que incluye más calor, menos agua, y por consiguiente, peores condiciones para el vino. "Si no hacemos nada, podemos perder hasta el 85% de la idoneidad climática de las regiones viticultores del mundo", explica.
Para solucionarlo, hay que utilizar la diversidad y cambiar el lugar donde se cultiva. De esta manera, hay que sustituir variedades más débiles por otras que se adapten mejor al calor.