Las visiones completamente antagónicas que Trump y Thunberg tienen sobre el clima ya son conocidas, como lo son también algunos de los mensajes que se han cruzado a cuenta de este tema, pero hoy ambos los han enfatizado con sus discursos en Davos.
A primera hora de la mañana, Greta Thunberg participaba en un panel con otros jóvenes como ella en el que lamentaba que no se haya hecho "nada" en la lucha contra la emergencia climática. Después, en su discurso principal en el foro criticaba a los dirigentes políticos y económicos por haberse "rendido" ya en esta lucha y por no detener de una vez por todas -y no ya solo reducir- el uso de combustibles fósiles.
Pero antes de esta intervención ya había sido la de Trump en el auditorio principal del Foro. El presidente estadounidense ha hecho un discurso triunfalista repleto de cifras económicas y centrado en el mensaje de que con él en la Casa Blanca ha vuelto "el sueño americano", en el que además ha presumido de la independencia energética que está a punto de lograr su país, que ya no tiene que importar combustibles a países "hostiles".
Pero sobre todo, Trump ha arremetido contra los "pesimistas" sobre el clima y ha pedido a los asistentes a Davos que rechacen a los "profetas de la fatalidad", en un claro mensaje a Thunberg y a quienes como ella alertan de esta emergencia.
En su opinión, quienes promulgan ese mensaje son los "alarmistas" que siempre buscan "lo mismo", tener el "poder absoluto" y controlar "cada aspecto" de la vida de los demás. "Nunca dejaremos a los radicales socialistas destruir nuestra economía o erradicar nuestra libertad", ha dicho el mandatario estadounidense en un discurso en el que también ha presumido de que su país tiene en este momento el "aire más limpio de los últimos cuarenta años".
Tras asegurar que está comprometido con conservar la "majestuosidad de la obra de Dios", Trump anunciaba que su país se unía a la iniciativa de Davos de plantar un billón de árboles en el planeta mientras insistía en que "este no es un tiempo para el pesimismo sino para el optimismo".
Un gesto que después criticaba implícitamente Greta Thunberg en su discurso en Davos. "Plantar árboles está bien pero ni de lejos se acerca a lo que es necesario hacer", ha dicho Thunberg, para quien no se trata ya de reducir las emisiones de carbono, sino acabar con ellas para siempre si se pretende lograr el objetivo de París de que la temperatura del planeta no suba más de 1,5 grados.
Además, ha dicho comprender que a todo el mundo le preocupe que Estados Unidos abandone el Acuerdo de París, pero ha reprochado que a nadie le preocupe o indigne que todos los firmantes lo estén "incumpliendo".
Greta Thunberg ha dicho comprender lo dura que es la transición ecológica, sobre todo económicamente, pero ha insistido en que el beneficio o la reducción de pérdidas a corto plazo no puede detener este proceso imprescindible.
Y a los políticos les ha dicho, además, que no le puede importar más su afiliación, porque tanto la derecha como la izquierda o el centro "han fracasado" en la lucha contra la emergencia climática. La joven de diecisiete años ha lamentado además que los adultos llamen a los niños como ella pesimistas y les pidan que no se preocupen por estos asuntos, pero después no hagan nada ellos para solucionarlos.
Un año después de haber advertido en este mismo foro que nuestra casa, el planeta Tierra, está "en llamas", Greta Thunberg ha subrayado que el incendio sigue, y la "inacción" de todos lo está avivando. Un discurso al que se han unido muchos en Davos, que al mismo tiempo han criticado las palabras de Trump.
Así, Greenpeace lamentaba que Trump se centre en el comercio y la economía olvidando que "no se puede hacer ningún dinero en un planeta muerto", mientras Oxfam ha criticado que el presidente estadounidense haya hablado solo para el poder económico y ha considerado embarazoso que Trump presuma de la producción de petróleo y gas en lugar de afrontar los retos de la emergencia climática.