El glaciar de Maladeta es el cuarto más grande de Pirineos, uno de los más meridionales de Europa y funciona como centinela climático. En 1984 ocupaba 60 hectáreas, pero ahora tan solo 26.
Ibai Rico, geógrafo, investiga la evolución de los glaciares estimando las pérdidas de espesor y la extensión y cuenta que ahora está perdiendo 1,5 metros de espesor en superficie. Cuenta que en la actualidad "estamos observando una aceleración en las pérdidas".
Más de la mitad de los glaciares de Pirineos se han perdido desde los años 80, y de 39 solo quedan ya 19. El de Monte Perdido, por ejemplo, en 1984 tenía 48 hectáreas y hoy 37. Pierde 1 metro de espesor al año.
Según explica el geógrafo, "viendo las tendencias de aumento de temperatura y las precipitaciones nos quedaríamos sin ningún glaciar para 2050".
El retroceso de los glaciares tiene grandes impactos, entre ellos el aumento del nivel del mar. También se ve limitada la disponibilidad de recursos hídricos o la pérdida como elementos geográficos del paisaje y de su atractivo turístico. Además, la reducción del espesor de nieve afecta directamente a actividades socioeconómicas y a las estaciones de esquí.