Trufada de tintes cómicos a la vez que grotescos durante las más de tres horas que ha durado la obra, esta coproducción del Teatro Real con la Nationale Opera & Ballet de Amsterdam, que estrenó la producción en mayo de 2014 con una gran acogida, no ha tenido tanta suerte en esta ocasión.
Este miércoles, el coliseo madrileño ha sido claro en su veredicto, aclamando a los tenores Piotr Beczala (Fausto), a la soprano Marina Rebek (Marguerite), al barítono Luca Pisaroni (Mefistóteles), Stéphane Degout (Valentin) o Serena Malfi (Siébel), entre otros, mientras que los abucheos han puesto el broche final a la noche con la aparición del director y el resto de responsables de la parte escénica y musical.
Parte de los gritos de "fuera, fuera" eran fruto del descontento del público con una puesta en escena con aires de laboratorio y rectángulos que emergen y se contraen en el escenario, así como por el hecho de que el escénografo y diseñador de Vídeo, Alfons Flores, y el figurista Lluc Castells portaran lazos amarillos al término de la función.
Por el contrario, a la salida del Teatro Real, casi al filo de la medianoche, los reyes han sido despedidos entre aplausos y gritos de "Viva España" por más de un centenar de personas que, o bien salían de ver la obra, o que paseaban por las cercanías de la Plaza de Oriente y el Teatro Real.
Sus majestades también fueron recibidos entre aplausos a su llegada al teatro, donde han sido recibidos por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, entre otras autoridades.
Precisamente, los monarcas volvían a presidir la apertura de temporada del coliseo madrileño tras su ausencia durante la temporada pasada por los acontecimientos en Catalunya.