Dos de sus compañeros murieron en el acto
Los agentes supervivientes de la tragedia de Barbate denuncian que sus jefes les mandaron a morir "para ponerse una medalla"
Indignación Los agentes supervivientes denuncian la improvisación de un dispositivo "suicida" y afirman que sus jefes pensaron que sería "algo sencillo" que les valdría reconocimiento

Más de un año ha pasado desde el asesinato de dos guardias civiles en Barbate. Desde que una narcolancha embistiese a su embarcación, en un suceso que evidencia el riesgo de la lucha contra el narcotráfico en el sur de España y también la falta de medios con la que las fuerzas del orden hacen frente a las grandes redes del estrecho.
Eran seis las narcolanchas, prohibidas en España desde 2018, las que se refugiaban del temporal en aquel 9 de febrero de 2024. En ese marco, la Comandancia de Cádiz tomó la decisión de actuar. De hacerlo, para evitar esa imagen de impunidad en el puerto de Barbate. Por ello se envió un zódiac al lugar. Uno del Grupo de Actividades Subacuáticas (GEAS). Un dispositivo, una improvisación, que los agentes supervivientes califican de "suicida".
Seis eran los agentes que se subieron a ella y echaron al mar. Seis, de los que dos murieron. Ahora, los supervivientes han hablado en 'El Mundo' sobre qué sucedió. Sobre su incomprensión acerca del dispositivo diseñado por el capitán Andrés Marmolejo y el sargento Juan Jesús Crespo.
El caso, archivado
Como rememoran, ninguno tenía puesto el casco reglamentario. Como afirman, fue el responsable del GAR quien presiona al GEAS de Algeciras para salir y para disuadir a los narcos. Nadie en la Guardia Civil ha querido escucharles, mientras el Juzgado de Instrucción número 1 de Barbate ha archivado la causa contra los manos del Instituto Armado, al considerar que no actuaron de forma negligente.
Así se expresan los supervivientes ahora. Así lo hacen cuando ha pasado más de un año desde aquel incidente en el que dos de sus compañeros murieron: "El asunto se cerró sin escucharnos. Obviamente que el coronel es el máximo responsable, pero no estaba sobre el terreno. Él no podía saber del estado del mar. El capitán Marmolejo y el sargento Crespo le informan de lo que iban a hacer".
"Los jefes estaban convencidos de que sería algo sencillo"
"Los jefes nos mandaron a la muerte en una zódiac para ponerse una medalla. No se nos llamó para participar en el informe interno que la Guardia Civil remite al juzgado que investigaba quién organizó el operativo y, por tanto, el juez tampoco lo hizo", insisten.
Y aportan un detalle: "Debimos ir en coches oficiales perfectamente identificados, y nuestra labor debió de ser de disuasión. No se debe ni se puede cargar toda la responsabilidad en el sargento del GEAS. Él siempre se negó. Tenía claro que era una temeridad... pero ante la presión, cedió".
"Los jefes estaban convencidos de que sería algo sencillo. Algo que se resolvería rápido en una actuación que les valdría reconocimientos. Todo debió ser una maniobra de disuasión, no el cuerpo a cuerpo al que nos obligaron a entrar. Ni el capitán ni el sargento nos proporcionó el armamento idóneo, tan solo unos trajes de neopreno no oficiales", cuentan los agentes supervivientes.
Dos agentes murieron en la operación
Murieron en el acto Miguel Ángel González, de 39 años, natural de San Fernando (Cádiz) y buzo del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) y a David Pérez Carracedo, de 43 años, nacido en Barcelona, residente en Navarra y miembro del Grupo de Acción Rápida (GAR).