El Orgullo en Madrid ha arrancado ya oficialmente y las primeras horas han estado marcadas por las críticas al Ayuntamiento. La organización asegura que este año no hay más que trabas y desde la oposición critican al alcalde, José Luis Martínez-Almeida, por no estar presente ni en el pregón que da inicio a las fiestas ni en ninguno de los otros eventos de estos días.
Directamente, desde Más Madrid le acusan de hacer boicot institucional al Orgullo. "Cuando hay algunos que están pidiendo que se recorten esos derechos... que el alcalde no tenga un hueco en su agenda para acudir ni ponga la bandera", dice el portavoz Eduardo Rubiño, es un mal síntoma.
Pero Martínez-Almeida responde que es difícil que tenga alguna intención de sabotear el Orgullo cuando las críticas y descalificaciones, dicen, "se producen desde un escenario del Ayuntamiento de Madrid".
Con más o menos polémica que otros años, en los que el alcalde tampoco hizo acto de presencia en las fiestas, el Orgullo ha vuelto. Con su particular carrera de tacones y con un pregón que fue el pistoletazo de salida a unas fiestas muy reivindicativas.
El plato fuerte lo puso Chanel, representante de España en Eurovisión, quien defendió desde el escenario que "no se trata de ser respetado ames a quién ames, sino que te respeten seas quién seas".
Aunque su discurso entró en clara competición con el momento en el que un bailarín de La Plexy le pidió matrimoniodelante de su hija, y ella dijo sí.
En este arranque de celebraciones no faltaron los clásicos: la plaza llena, los privilegiados que pudieron ver las actuaciones desde un céntrico balcón, tampoco los besos, en todas sus formas, y la euforia de reivindicar que los derechos humanos no se cuestionan.