Rosa María se ha reencontrado finalmente con su padre. Así lo ha avalado el resultado de una prueba de identificación genética que ha hecho público la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Este ha expuesto un nivel de coincidencia del 99,999% entre dos muestras; una, recogida de los restos de Eugenio Insúa, fusilado el 25 de julio de 1936 por las tropas sublevadas; y otra, a partir del ADN de su hija. Más de 85 años han tenido que pasar para que haya sido posible el acontecimiento puesto que, hasta la fecha, sólo existía una prueba del paradero de Eugenio: una alianza matrimonial.
Todo comenzó el 1 de septiembre de 2020. Aquel día, la ARMH, colectivo que lleva 20 años dedicado a la recuperación e identificación de personas desaparecidas por la represión franquista, inició las labores de exhumación de víctimas en una fosa sin nombre localizada en el cementerio de El Espinar, municipio de Segovia. Allí se esperaban encontrar los restos de, al menos, 16 personas asesinadas por el régimen.
"Durante los primeros días, Rosa María no quiso visitar la exhumación por la incertidumbre sobre la ubicación de los restos, y por su frágil estado de salud", han explicado desde la ARMH. Diez días después del comienzo de esta operación llegaron los primeros resultados. El 10 de septiembre se encontró en dicha fosa un anillo. Se trataba de una alianza marcada por una fecha: el 1 de junio de 1931, día en que Eugenio contrajo matrimonio con su esposa, Irene Serrano. Se encontraba "entre dos cuerpos" de la fosa.
Sin embargo, a pesar de su importancia para encaminar la identificación de los restos de Eugenio, este hecho no fue comunicado al momento a Rosa María. Los expertos que participaban en la exhumación de la fosa vieron necesario asegurarse previamente de que este anillo era propiedad de Eugenio: "Antes de anunciar la noticia, le fue solicitada a la familia una copia de su acta matrimonial. Cuando enviaron una foto de la misma y vieron la coincidencia de la fecha, el equipo puso en conocimiento de la familia el hallazgo".
De hecho, según han detallado desde la asociación memorialístita, una vez Rosa María supo de la existencia de este anillo y su vinculación confirmada con su padre, no tardó en visitar el cementerio donde se halla la fosa. Al día siguiente de la noticia, se dirigió al lugar en el que se estaban llevando a cabo las tareas de exhumación "para conocerlo de primera mano y agradecer el trabajo del equipo de la ARMH".
Décadas de una lucha sin tregua
El 25 de julio de 1936, Eugenio Insúa contaba con tan solo 29 años cuando fue asesinado en El Espinar junto a otros 11 republicanos -"sin formación militar", según la ARMH– tras sufrir una emboscada mientras combatían la insurrección fascista que avanzaba por Segovia: "Trataron de frenar el golpe de Estado y evitar que sus hijos e hijas tuvieran que vivir cuarenta años bajo una dictadura". Precisamente, Eugenio había regresado recientemente a la zona tras viajar a Madrid para celebrar el tercer cumpleaños de uno de sus hijos.
Tras la tragedia, Rosa María –primero– y sus hijos –después– lucharon durante años, décadas, para investigar el lugar donde se había llevado a cabo ese asesinato en masa y, posteriormente, que se llevara a cabo la exhumación de los restos de las víctimas. Por eso, el descubrimiento de aquel anillo supuso un golpe de alegría inesperado en la familia. "Ha sido una alegría muy grande y claro, son demasiados años. Sabíamos que mi padre debía estar ahí porque siempre nos lo dijeron, pero según el enterrador el nombre de mi padre no figuraba", explicó Rosa María a laSexta.
Mi madre y yo nos pusimos a llorar al saber lo del anillo"
"Teníamos la esperanza de siempre, ya descansaremos en paz", aseguró la hija de Eugenio, ya con 85 años, que lamentó en aquel instante que su madre y su hermano no estuvieran ya presentes para presenciar el momento en el que se recuperó por fin la voz perdida de Eugenio: "Solo quedo yo. Mis hijos y nietos han luchado mucho y me alegro de que todo termine de una vez y descansemos todos". Precisamente, su nieto Alejandro también relató en laSexta cómo vivieron aquel anuncio: "(En la mañana del descubrimiento) me preguntaron qué día se había casado mi abuelo. Después yo me puse a llorar y mi madre también".
Con los restos de Eugenio identificados científicamente, Rosa María podrá cumplir ahora su deseo de que estos sean enterrados junto a los de la que fue su mujer, Irene Serrano. No se olvida de mandar un mensaje al Gobierno: "Esto tendría que haberlo hecho el Estado". Porque la exhumación de El Espinar se ha llevado a cabo con fondos privados y a través de un grupo de voluntarios, sin contar con el apoyo de un Gobierno que ha prometido en su nueva Ley de Memoria Democrática apoyo en las labores de exhumación.
Cabe recordar que en los últimos 21 años se han abierto poco más de 740 fosas en España a través de iniciativas privadas con las que se han logrado recuperar los cuerpos de 9.000 víctimas de la Guerra Civil y la dictadura. Pero bajo suelo español se encuentran enterrados más de 130.000 víctimas de la represión, según las estimaciones realizadas por asociaciones de memoria histórica, aunque no son del todo fiables por la falta de registros. El tiempo pasa, y la posibilidad de localizar, identificar y dignificar la memoria de las víctimas se agota.