Una carta inédita

Un año de la reflexión de cinco días de Sánchez: lo que ha cambiado y lo que no

El contexto
Hace justo un año Pedro Sánchez publicó una "carta a la ciudadanía" inédita en la que anunciaba a sus ciudadanos que se tomaba cinco días para reflexionar sobre si merecía la pena seguir al frente del Ejecutivo a raíz de la apertura de diligencias de investigación contra su mujer Begoña Gómez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a una rueda de prensa, en el Complejo de La MoncloaEl presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a una rueda de prensa, en el Complejo de La MoncloaEP

"¿Merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. (...) Necesito parar y reflexionar con mi esposa". Con esta frase hace justo un año el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba a sus ciudadanos que se tomaba cinco días para reflexionar sobre si merecía la pena seguir al frente del Ejecutivo.

Una "carta a la ciudadanía" inédita en la que Sánchez se abría en banda y recordaba que los políticos también eran personas que sufrían los ataques personales. Fue en esas líneas cuando reconoció estar "profundamente enamorado" de su mujer y señaló el sufrimiento que le causaba ver a su esposa convertida en un blanco de ataques injustificados.

"Se nos olvida que tras los políticos hay personas. (...) Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también", escribió.

Precisamente todo comenzó por su mujer Begoña Gómez, fue la gota que colmó el vaso de Sánchez. La apertura de diligencias de investigación contra ella por supuesto tráfico de influencias y corrupción en los negocios desencadenó un auténtico terremoto político.

Esas diligencias partían de la denuncia de una organización ultraderechista, Manos Limpias, que se limitó a enumerar recortes de prensa, sin ninguna prueba que sustentara realmente las acusaciones contra la mujer del presidente.

El juez Juan Carlos Peinado la admitió a trámite en cuestión de días, sin consultar con el Ministerio Fiscal y a pesar de que la jurisprudencia del Tribunal Supremo sostiene que las informaciones periodísticas no bastan para abrir una investigación judicial, sino que debe haber elementos periféricos que las corroboren, cosa que no ocurre con la denuncia de Manos Limpias.

Horas más tarde tras conocer esta apertura de diligencias, Sánchez publicaba a través de su cuenta oficial de 'X' una insólita misiva dirigida a la ciudadanía, en la que denunciaba una "operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire", apuntando a derecha y ultraderecha, y aseveraba que la denuncia contra Begoña Gómez no obedece a que "haya hecho algo ilegal", sino a ser su pareja.

Cinco días de pura tensión

Durante aquellos cinco días en los que Sánchez canceló su agenda para reflexionar sobre qué debía hacer, la política nacional se sumió en el 'shock', lo que provocó un cierre de filas tanto en el PSOE como en el Gobierno.

Durante ese fin de semana hubo una reunión de urgencia en Ferraz donde los socialistas ratificaron su apoyo al presidente. Militantes socialistas salieron a la calle con la canción de Bizarrap y Quevedo, 'Quédate' a todo volumen, con la esperanza de que el jefe del Ejecutivo les escuchara, porque para ellos sí que merecía la pena seguir en el cargo. Fueron cinco días de pura tensión, con un país conteniendo el aliento por lo que finalmente haría su presidente.

El 29 de abril, tal y como había anunciado Sánchez, el presidente salió a las escalinatas del Palacio de la Moncloa. Y ahí, esta vez ante los medios de comunicación, afirmó que sí, que merecía la pena y que seguiría al frente del Ejecutivo "con más fuerza si cabe".

Para Sánchez, esa decisión no supuso un punto y seguido. Tal y como dijo en aquella rueda de prensa, seguir al frente significaba un "punto y aparte". Una de las razones por las que también reconoció no abandonar la Moncloa fue para derrotar lo que él denomina como la "maquinaria del fango" y los pseudo medios.

Para ello impulsó el denominado Plan de Acción por la Democracia, con 31 medidas que se van concretando, como crear un registro de medios de comunicación para conocer sus propietarios y la publicidad que reciben, aumentar la transparencia institucional, perseguir la desinformación y los bulos, reformar los delitos de injurias a las instituciones del Estado u ofensas a los sentimientos religiosos, y modificar la ley electoral.

¿Ha merecido la pena?

Pocas cosas han cambiado desde la publicación de aquella "carta a la ciudadanía" que marcaría la historia. La investigación judicial del caso Begoña Gómez continúa. De hecho, hace tan solo una semana el juez Juan Carlos Peinado se desplazó a la Moncloa para interrogar a un miembro del Gobierno -Félix Bolaños- sobre el nombramiento de una asesora de Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno.

La política continúa igual o incluso más polarizada. Los pseudo medios siguen teniendo altavoz, los bulos y las noticias falsas campan a sus anchas en redes sociales y la ultraderecha continúa teniendo la misma fuerza. Prueba de ello es la presidencia de Donald Trump y el apoyo de sus aliados ultraderechistas, Javier Milei, Giorgia Meloni, Viktor Orbán o Santiago Abascal.

Los ataques injustificados y los insultos continúan. Hace tan solo una semana la ministra de Educación, FP y Deportes, portavoz del Gobierno y secretaria general del PSOE en Aragón, Pilar Alegría, denunció que estaba siendo víctima de "un machismo repugnante e intolerable".

La ministra afirmó que estaba recibiendo insultos como "puta, zorra o comepollas", y que la instaban a ponerse a "cuatro patas": "Me dicen que soy ministra por callar y ponerme de rodillas, preguntándome si me gusta de lado o encima".

Un año más tarde, al ver que todas aquellas cosas que denunció Sánchez en su carta continúan aparentemente de la misma manera, cabe preguntarse si, al final, mereció la pena.