Juan Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño, se ganó este apodo por su rapidez para sacar la pistola, así como su facilidad para los golpes, como cuentan quienes sufrieron sus torturas.
"Manifestaba su placer de torturar a los rojos", explica Luis Suárez, una de sus víctimas. "Permanentemente estaba diciendo, 'tengo permiso para matar'".
"Las torturas de este hombre fueron brutales", prosigue este hombre, que sufrió las torturas del policía franquista en los que fueron los calabozos de la Dirección General de Seguridad. "Golpes en la garganta, golpes en la nuca...", enumera, "me colgó de una ventana".
González Pacheco se jactaba de su poder y empleó técnicas de castigo para provocar en las víctimas una posición de extrema debilidad. "Le producía placer producir daño", explica José María 'Chato' Galante, otro de los torturados. "Me recuerdo colgado de las muñecas y este interfecto dándome patadas de kárate", rememora.
Billy el Niño fue la cara más conocida del aparato represor del franquismo. "Elementos de tortura eran la sed y el calor, a partir de ahí empezaba el tema de andar en cuclillas, ponerte un palo por debajo de los brazos y de las piernas...", explica otro afectado, Luis Pérez.
Dejó marcadas de por vida a sus víctimas. "Tengo las señales de las esposas pasados ya cuarenta y muchos años", afirma Luis Suárez, mostrando las cicatrices que le quedaron en las muñecas.
Unas heridas hoy curadas, pero que nunca han acabado de cerrarse. Por eso, cinco de sus víctimas han presentado la primera demanda conjunta contra el policía franquista, para juzgarle por delitos contra la humanidad, como puedes ver aquí: