Junts se ha propuesto complicarle mucho la vida a este Gobierno. Hoy le ha tocado a Sumar. Los de Puigdemont han tumbado su propuesta para regular los alquileres temporales. Y lo han hecho a su estilo: avisando tarde y mal, haciendo lo contrario de lo que dijeron que harían.

Todo parecía encarrilado. En el partido de Yolanda Díaz estaban tranquilos porque ganaban la votación. Los números estaban muy ajustados, 172 votos a favor frente a 171 en contra, pero decían tener los apoyos garantizados. Incluso presumían en alto de que les "sobraba medio voto". Lo cierto es que no parecían tener motivos para preocuparse; Junts per Catalunya les había transmitido en privado que se abstendrían y el PNV y CC también habían confirmado su voto a favor.

La votación, eso sí, era de las complicadas. Con solo un voto arriba a su favor, nadie podía faltar ni mucho menos equivocarse. Todos los diputados habían sido llamados para asistir a las votaciones. Incluso Sánchez, que no suele acudir a las votaciones de los martes salvo que su voto sea imprescindible, estaba en el Congreso media hora antes. La situación era tan extrema que se ha visto a un diputado con su hijo en el patio porque ni las obligaciones de la crianza eran excusa para no ir a votar.

Las alarmas han saltado tres minutos antes de que empezaran las votaciones. Iñigo Errejón ha recibido la llamada de Miriam Nogueras para comunicarle que cambiaban de posición y en vez de abstenerse votarían no. Así, de repente, sin tiempo ya para negociar. En cuestión de segundos la alegría en Sumar por la inminente victoria se ha tornado en cabreo. El panel de votación escupe lo que la llamada ha anunciado: 178 votos en contra, 172 a favor.

Junts ha vuelto a dejar claro quién manda en el Congreso. Argumentan su cambio de postura diciendo que durante el debate, celebrado tres horas antes, se habían dado cuenta de que la ley invade competencias de Cataluña. En Sumar les acusan de mentirosos y de hacer política de manera "esquizofrénica". En el PSOE están curados de espanto, reconocen que "no son serios" y tienen más que asumido que "es lo que hay". Mientras tanto, el PP se relame con la situación y con las palomitas, convencidos de que el Gobierno seguirá desangrándose cada semana mientras ellos se erigen como la única alternativa.

Y Sánchez se fue del Congreso por donde había venido. Su presencia hoy no ha salvado nada. Ha vuelto a quedar demostrado que el auténtico flotador son los siete diputados de Junts.

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