El expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa sostiene que "un jubilado o una persona que cobre una pensión no es un ignorante" y que cualquiera que tuviera "la más mínima curiosidad" por las preferentes debería haberse leído el tríptico informativo que se les entregaba al contratarlas.
Así se expresó el exbanquero durante su declaración el pasado 3 de marzo ante el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu. El fiscal Anticorrupción basó buena parte de su interrogatorio en el perfil de los preferentistas e inquirió por qué la emisión de mayo de 2009, en plena crisis, estaba fundamentalmente destinada a minoristas. "Tampoco podemos pensar que el minorista es un ignorante financiero, es simplemente minorista", respondió Blesa, que lamentó que en la prensa se viera una "simplificación" de este perfil para atribuírselo a "jubilados".
Pese a que reconoció que "seguro hubo quien suscribió en esas condiciones", precisó que "tampoco un jubilado o una persona que cobre una pensión es un ignorante", y que entre los minoristas "hay abogados, hay empresarios, hay médicos, hay profesionales de distinta índole" y que esta calificación "no es un término peyorativo a efectos de dirigirles una emisión".
El fiscal insistió en preguntar por qué el 95 % de los contratantes eran personas físicas, el 43 % de los cuales eran mayores de 65 años y el 73 % por encima de los 50 años, y cómo determinaron los clientes que iban a pasar el test de idoneidad para adquirir estos productos. Blesa explicó entonces que la CNMV impone la elaboración de un resumen del folleto, que se "queda realmente en dos páginas, donde se ponen de manifiesto los riesgos intrínsecos a este producto. Y se repiten muchísimas veces".
Según reconoció, el folleto que se entrega a la CNMV "por supuesto que no se lo lee nadie", y que por ello se hacía un resumen que "está tan claro, es tan breve, que cualquiera que tiene la más mínima curiosidad por la operación que está realizando eso sí se lo miraría".
Posteriormente, son los empleados de las oficinas los que deben lanzar las advertencias y proporcionar información, facilitándoles además el tríptico. "El cliente podía conocer perfectamente ese producto, o podía no conocerlo. Había que ofrecerle el producto y tomar datos suficientes para saber si, por sus conocimientos y experiencia era lo que él quería", prosiguió el exbanquero, que añadió que "siempre" confió en que los directores de las sucursales iban a informar "claramente" de las características de las preferentes.
Asimismo, recalcó que "no había una selección previa de los clientes. Había un ofrecimiento, y en función de quién acudiera a demandarlo, el tratamiento era de una manera o era de otra". En este sentido, subrayó que "no hubo que forzar" a los directores para venderlas, pues el primer día de emisión colocaron 1.300 millones y el tercero iban por 2.200, y que las únicas "instrucciones" que se les dio fue que debían informar correctamente. Además, alegó que en aquel periodo no había confusiones entre imposiciones a plazo fijo y preferentes.
El expresidente de Caja Madrid quiso puntualizar al término de su interrogatorio que hasta el 28 de enero de 2010, cuando abandonó el cargo para ser sustituido por Rodrigo Rato, "se habían pagado siempre trimestralmente los cupones de esas operaciones". "No le puedo contar otra cosa. Sé lo que hice y puedo responder de lo que hice, pero no sé más de lo que ocurrió ni por qué ocurrió", concluyó.