Borrell ha dicho que los independentistas son "un conjunto complicado de personas, complicado y dividido", de manera que no ha querido aventurar si finalmente apoyarán el proyecto de cuentas públicas del Gobierno para 2019.
A su modo de ver, dado que entre los independentistas hay quienes quieren apoyarlos y quienes no, "la sociedad catalana debería hacer presión para que estos Presupuestos se aprueben" porque los considera "beneficiosos para la economía y la sociedad española y también catalana" y "de progreso en todos los frentes".
Para Borrell, rechazar los Presupuestos por exigir como contrapartida "decisiones o concesiones que desbordan el marco constitucional y que saben perfectamente que no se pueden conceder" es más "una actitud de consumo interno para mantener viva la tensión", pero que "no conduce a nada positivo".
Es más, ha recalcado que esas supuestas contrapartidas -el derecho de autodeterminación-- no las concederá "ni este Gobierno ningún otro que no quiera antes reformar la Constitución".
"Si dicen no vamos a apoyar salvo que el Gobierno español haga cosas que son competencia del Poder Judicial o haga cosas al margen de la Constitución, ahórrense la saliva, esto no va a ocurrir, lo ha dicho el Presidente del Gobierno por activa y pasiva", ha insistido.
En cambio, ha añadido que si lo que quieren es debatir las inversiones previstas, "bienvenido sea si se abre un debate", pero no ha querido hacer apuestas.
El ministro sí ha reflexionado, al hilo de lo complicado que está resultando el Brexit, sobre cómo es posible que "alguien hiciera creer a la mitad de Catalunya que se podía hacer la independencia de la noche a la mañana".
"Realmente el grupo de flautistas de Hamelin que llevaron gozosamente hasta el borde del precipicio a la sociedad catalana no eran conscientes de lo que estaban haciendo", ha dicho, invitando a contemplar el Brexit "para saber lo que hubiera significado un intento real de salir de España por parte de una de las comunidades autónomas".
En este punto, ha señalado que Reino Unido ya tenía el control de sus fronteras, su propia moneda y sus propias instituciones, con la excepción de un mercado común y una unión aduanera, y con todo ello el país afronta "gigantescas dificultades" para la "desconexión" --como decían los independentistas sobre Catalunya-- y les costará años y esfuerzos volver a ser "autónomos" en el mundo. Catalunya, ha recordado, comparte con el resto de España moneda, fronteras, instituciones y prácticamente todo.