Barcelona, 23:00 horas. Patrullando junto a la Guardia Urbana, encontramos a gente bebiendo y bailando en una plaza que se vacía cuando llegan los agentes.
La basura que queda nos da una idea de lo que aquí ha habido. Seguimos el recorrido y encontramos otro botellón. "Lo único que queremos es pasar un rato con los amigos porque no hay otro sitio", nos cuenta un joven. Todos resultaron sancionados, al igual que un establecimiento que vendía alcohol más tarde de las 22:00 horas.
El primer sábado noche de bares cerrados termina en Barcelona con 112 denuncias y más de 500 actuaciones entre Mossos y Guardia Urbana.
Mientras tanto, Granada está que arde... con una traca de petardos incluida. Hay cierto escepticismo con las nuevas restricciones: los bares cierran a las 22:00, pero la fiesta continúa en los pisos. De la treintena de denuncias interpuestas este sábado, la mitad fueron por ruidos en casas.
En Irún, unas 40 personas celebraron una fiesta clandestina un edificio en el que no contaban con los permisos necesarios, siendo sancionados por la Ertzaintza. En Sevilla, se improvisó una fiesta en un autobús: baile flamenco, sin distancias y con la mascarilla bajada.
Y en Madrid vimos una pelea en plena calle a las 22:30 horas. Después, aglomeraciones y gente sin mascarilla, imprudencias con nocturnidad y alevosía mientras los contagios se disparan.