Canfranc es un pequeño pueblo al pie del Pirineo aragonés comúnmente conocido por su cercanía a la estación de esquí de Candanchú, pero también por el turismo que atrae su preciosa estación de ferrocarril, un monumental edificio construido para comunicar, a través de un túnel, España con Francia por debajo de los Pirineos.
Pero este edificio de 240 metros de longitud, tres alturas, 75 puertas a cada lado, 365 ventanales, letreros en varias lenguas y vías de ancho español a un lado y europeo al otro... No solo transportó pasajeros de un lado al otro de la frontera, sino que también esconde un negro pasado y alberga un prometedor futuro. Pero vayamos por partes.
Fue en 1936, durante la Guerra Civil, cuando la estación de Canfranc pasó a ser controlada por el dictador Francisco Franco, quien decidió tapiar el túnel de Somport para evitar cualquier incursión de Francia hacia España. Más tarde, Franco tenía que saldar la deuda con Adolf Hitler por la ayuda que Alemania le había prestado durante la Guerra Civil. En concreto, 378 millones de marcos por la Legión Cóndor. Así que primero decidió emplear la estación para enviar al 'Führer' toneladas de wolframio con el fin de reforzar el acero de los tanques y cañones nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Todo funcionó. Habían descubierto la ruta perfecta, así que por esos mismos túneles desfilaron más de 86 toneladas de oro expoliado a los judíos, de las cuales, según los documentos encontrados, 12,5 toneladas se quedaron en suelo español. El resto continuó destino Portugal y Sudamérica.
Un hallazgo casual
El hallazgo de los papeles que sustentan y relatan esta historia se produjo por casualidad. Nos la explica un empleado del hotel en el que se ha convertido esa emblemática estación: "¡Fue hace apenas 20 años! Estaban rodando un anuncio de lotería cuando el conductor de uno de los autobuses se metió en aquellos túneles por aquello de matar el tiempo y allí encontró unos papeles". Y el hombre se los guardó en el bolsillo para indagar en ellos cuando llegara a su casa: "Los leyó y se dio cuenta de que esos trozos de papel eran documentos demostraban el paso de toneladas de oro del expolio nazi con destino a España, Portugal y Sudamérica", defiende.
La historia nos parece formidable, pero hay algo más que nos trae a esta zona: su futuro. Y Alberto Bayo, o Pipo -en confianza-, es el encargado de enseñárnoslo: así que cogemos cámara, micro y chalecos y nos vamos con él en su furgoneta de trabajo.
"Encima de nuestras cabezas tenemos 800 metros de roca y de tierra que sirven como paraguas antirradiación", explica Pipo, físico electrónico, cuando llegamos al punto que nos ha llevado hasta Canfranc. Estamos completamente inmersos en la frontera natural que separa Francia y España y frente a nosotros aparecen dos grandes puertas que nos indican que hemos llegado: se trata del laboratorio Subterráneo de Canfranc, uno de los más innovadores del mundo. Y lo que buscan ahí, a casi un kilómetro bajo tierra, es terriblemente ambicioso: explicar el origen del universo.
En busca de la materia oscura
Estas paredes subterráneas son ideales para la investigación en física de neutrinos, materia oscura y otros fenómenos inusuales en la naturaleza que requieren muy baja radioactividad ambiental para ser observados. Por eso Pipo nos explicaba que las montañas actúan como si fueran un paraguas. "Esto es una instalación científica y técnica muy singular donde alojamos experimentos de muchos tipos que requieren estar en esta especie de silencio cósmico, protegidos de todo lo que proviene del exterior, que se llaman rayos cósmicos, pero también protegidos de toda la radioactividad que hay en el exterior o que irradiamos nosotros mismos", detalla el director del laboratorio, Carlos Peña.
Curioseamos el laboratorio hasta que damos con Vicente, cuyo trabajo es estudiar la materia oscura. "De toda la materia que hay en el universo, el 85% no sabemos lo que es. Nosotros conformamos un mísero 1% de todo el contenido del universo, así que mi trabajo consiste en intentar ponerle nombre", dice.
Pipo, nuestra guía, explica cuál es problema para tratar de hallar esa materia desconocida: "Como no interacciona con nosotros es una física de sucesos muy raros. Es como buscar un grano de arena en concreto en una playa". Y si es tan importante, ¿cuál es su aplicación práctica?
Pero sus experimentos son fundamentales, como explica Beatriz, una de las estudiantes que tiene el lujo de aprender en ese laboratorio subterráneo. "Un científico observó que el agua reaccionaba cuando la rodeaba de magnetones. Otro se acercó y le dijo '¿y eso para qué?'. Hoy en día tenemos el microondas".
Ahora mismo trabajan en muchos y muy variados estudios, aunque el investigador Carlos Peña nos destaca uno en especial: el experimento Next. En ese experimento, cuya primera fase ya está demostrada, los investigadores han podido ver que la tecnología que han inventado para poder ver dos electrones viajando muy rápidamente funciona. ¿Y eso qué significa? Que están muy cerca de entender un proceso elemental y que fue fundamental durante la primera fracción del primer segundo del universo.
Pero lo más importante que hace este laboratorio, en el que trabajan más de 260 científicos e ingenieros de 50 instituciones, es que un pueblo con apenas 600 habitantes y que vive del turismo comience a diversificar su actividad económica. "Claramente vienen científicos de muchos países. Este es una especie de hotel de investigadores e ingenieros donde disponemos de las mejores condiciones para desarrollar sus experimentos", afirma, orgulloso, el director de la estación.
Una oportunidad para la España rural
La creación de este laboratorio tan innovador hace que jóvenes como Lorena vean en este pequeño pueblo como una gran oportunidad para vivir fuera de la gran ciudad con un trabajo altamente cualificado. "Se tiende a pensar que en el campo no nacen investigadores o que si lo hacen, lo rural pasará simplemente a ser un lugar donde visitar a tu familia. Estos proyectos además de que nos brindan la oportunidad de quedarnos en España, hacen que zonas despobladas como esta se conviertan en un sitio increíble donde poder vivir sin renunciar a oportunidades laborales", defiende.
Nos confiesa que en nuestro país aún hay una gran falta de apuesta por la ciencia y, como consecuencia, falta financiación. Por eso está segura de que apuestas como este laboratorio es un gran comienzo para que vivir en los pueblos no quede al alcance de solo unos pocos.