Controles policiales en cada acceso al centro de Biarritz, en Francia; multitud de gente que llega con el coche y tiene que darse la vuelta, incluso a los vecinos a los que se les ha olvidado solicitar el permiso. Así está la situación en el lugar que acogerá la Cumbre del G7.
El Ayuntamiento, por seguridad, ha dividido la ciudad en la zona azul y roja. A la Azul solo pueden entrar coches de vecinos y trabajadores autorizados. A la roja, donde se celebra la cumbre, solo pueden acceder andando e identificados con acreditaciones.
Varios negocios han echado la persiana, por miedo a posibles disturbios de activistas de la contracumbre. Para evitar cualquier sabotaje hay 14.000 policías franceses, con los que colaboran 1.000 efectivos de la Policía Nacional y casi 2.000 de la Guardia Civil, que vigilan cualquier movimiento en el espacio aéreo y en el marítimo.
Además, en la frontera de Irún a Hendaia siguen registrando cualquier vehículo que pueda ser peligroso. Medidas que convierten, estos días, esta zona fronteriza en una de las más seguras del mundo.