El Rey dejaba muy claro desde el principio sobre qué iba a pivotar su discurso: "nuestra convivencia", una palabra que nombró hasta en siete ocasiones en un momento marcado por el aumento de la crispación política y social.
Porque sin nombrar a Cataluña de forma directa, Felipe VI habló "sobre la cohesión social y territorial" con el desafío independentista en el trasfondo de forma constante. "Cuidemos y reforcemos los profundos vínculos que nos unen y que siempre nos deben unir a toos los españoles", señaló.
También mandó un mensaje a unos y otros por sus posiciones frente a esa situación. "La superación de los grandes problemas y de las injusticias nunca pueden nacer de la división, ni mucho menos del enfrentamiento", apuntó. Porque para el jefe del Estado, frente a los peligros de una ruptura de la convivencia, hay "reconciliación, concordia, diálogo, entendimiento, integración y solidaridad".
Porque, según dice, ya fuimos capaces de hacerlo hace 40 años, "a pesar de estar muy distanciados en ideas y sentimientos". Por eso propone mirarnos en ese espejo, para resolver los conflictos actuales. Pero, ¿en qué se basa para Felipe VI la convivencia? Se sostiene en la "consideración y en el respeto hacia las personas, a sus ideas y a los derechos de los demás", algo que para el rey "es incompatible con el rencor y el resentimiento".
Porque la convivencia, dice el jefe del Estado, será el mejor legado para las futuras generaciones.