La familia de una mujer de 63 años que murió el pasado martes en su domicilio de Valladolid ha denunciado en el Juzgado de Guardia a la sanidad pública de Castilla y León (Sacyl) por falta de asistencia médica, tras una semana de llamadas telefónicas a su centro de salud y sin que le facilitaran una ambulancia para trasladarla.

Así figura en la denuncia presentada por la familia, adelantada por el diario El Norte de Castilla, y de la que informa la asociación del Defensor del Paciente, que ha reclamado que la Fiscalía emprenda una investigación para tratar de aclarar las circunstancias en que se produjo este fallecimiento, al entender que puede existir supuestamente una omisión del deber de socorro.

Fue el pasado 12 de enero cuando esta mujer comenzó a encontrarse mal y llamó al 112 para solicitar asistencia médica y le derivaron a su centro de salud, pero al intentar pedir una cita se encontró con que el teléfono estaba "siempre comunicando" y decidió acostarse para ver si se recuperaba, según el comunicado enviado por la asociación, que destaca que "le dolía el brazo derecho y se le dormía la mano".

Tras seguir insistiendo en los siguientes días, hacer un test de farmacia para descartar la covid -dio negativo- y tratar de encontrar asistencia médica en el centro de especialidades Arturo Eyries, siguió sin ser atendida, según figura en la denuncia presentada por la familia, de cuyo contenido informa la asociación.

La octogenaria madre de esta mujer fue quien encontró el cuerpo sin vida de su hija, después de que los hijos trataran de localizarla por teléfono y no hubiera respuesta, por lo que llamó al 112, que no movilizó medios sanitarios al entender que ya se encontraba fallecida por las indicaciones de la madre, y luego a la Policía, que sí movilizó un médico del centro de salud Casa del Barco, según el relato de la familia y la asociación.

No es un caso aislado en pandemia

Por desgracia este no ha sido un caso aislado. Son varias las informaciones a lo largo de estos dos años de pandemia que alertan del colapso de los servicios primarios de la sanidad pública o de una mala gestión de las urgencias.

A finales de noviembre, salía a la luz la pesadilla sufrida por Beatriz Sánchez cuando intentó que el servicio de emergencias de Madrid acudiera a su vivienda, en Vicálvaro, para que atendieran a su madre, que no respiraba bien y perdía el conocimiento en el sofá de la casa.

Conversación de Beatriz con emergencias

Beatriz pidió la ambulancia, pero pasaron 13 minutos y la ayuda no llegaba. Volvió a llamar e insistió: "Buenos días. Mire, ya he hablado con un compañero suyo...". El médico de urgencia que atiende el teléfono la interrumpió: "Conmigo, señora, conmigo". Beatriz contó de nuevo lo sucedido: "Es que ya venían de camino, pero es que mi madre no respira". El médico respondió tajante: "Pues si no respira, señora, es que ha fallecido". Beatriz intentó explicarle la situación con urgencia, dada la situación de su madre.

"No, no ha fallecido, se queda sin respirar y al ratito vuelve en sí... como tarden mucho se muere mi madre...", advirtió Beatriz. El médico contestó: "Señora, es que su madre se está muriendo por lo que usted me ha contado". Y Beatriz estalló: "La verdad, da gusto con usted, me deja con una tranquilidad... ¡Pues si vienen rápido igual no se muere!". El médico se justificó diciendo que tienen "muchos avisos": "Pero una persona que está en situación terminal, en paliativos y que hace pausas de apnea es que está falleciendo".

Beatriz se mostraba confusa: "Mi madre no está en paliativos ahora mismo". Y el sanitario respondía impaciente: "¡Señora, me lo ha dicho usted! Paliativos de Asisa. ¿O me lo he inventado yo?". La mujer insistía en que se trataba de otra persona, y el médico le preguntaba si llamaba desde "calle Calahorra", para asegurarse.

Finalmente, lo que sucedió es que en emergencias confundieron a su madre con otra paciente terminal que había pedido también una ambulancia. Eso hizo que no le dieran prioridad, que la ayuda se retrasara y que, durante ese tiempo, la madre muriera.

La primera llamada se hizo a las 10:46, y como la pusieron por error atrás en la cola, la ambulancia no llegó. Beatriz no insistió hasta 13 minutos después, que es cuando el sanitario se dio cuenta del error y mandó a los servicios de emergencias. Estos llegaron en seis minutos, a las 11:05 horas. Pero ya no había nada que hacer.

Según Beatriz, si no se hubieran equivocado y hubieran mandado la ambulancia en la primera llamada, en esos seis minutos que tardó habrían llegado a tiempo para salvarla. Además, Beatriz ha asegurado que, al llegar, los médicos seguían creyendo que era la otra paciente en paliativos. El servicio madrileño de emergencias, Summa, admitía después el error, pero dicen que los 19 minutos que tardaron están dentro de los "márgenes aceptables" y que, aunque hubieran llegado antes, no se puede saber si habrían podido salvarla. Beatriz se ha quejado también del trato de los sanitarios y pide una indemnización de 72.000 euros.

Quejas de los propios sanitarios

"La precariedad hace que la gente no quiera venir", denuncia Javier Bermejo, integrante de AMYTS, sobre la situación que vive el SUMMA 112. Sus trabajadores aseguran que ha dejado de ser un puesto atractivo para los profesionales porque el salario es bajo, no se reconoce al personal como nocturno y no se pagan los días especiales.

Cuentan también que las plazas de los médicos de baja no se cubren. Oscar Rodríguez, médico de SUMMA 112 y delegado de AMYTS, nos explica lo que supone este desbarajuste: "A veces no hay nadie para sustituirle y la enfermera sale con los técnicos en la UVI. Es una lotería".

Así lo confirma una enfermera que prefiere mantener su anonimato por miedo a represalias. "He vivido varias situaciones trabajando en una UVI sin médico en las que al paciente no se le ha dado la mejor de las asistencias simplemente por el hecho de no contar con médico. Y nos ponen entre la espada y la pared", relata.

SUMMA Comunidad de Madrid asegura que si falta un médico en la UVI móvil, ésta no queda inoperativa. Una ley nacional de 2012 habilita que los soportes vitales avanzados puedan venir dotados por una enfermera.