Al ritmo de las gaitas asturianas llegaban los reyes a la puerta del Teatro Campoamor. Don Felipe y Doña Leticia se paraban a saludar a quienes les esperaban junto a Doña Sofía, que ha tenido un pequeño traspiés al darse la vuelta para saludar.
Ya dentro ha sido la selección de rubgy de Nueva Zelanda quien ha pillado por sorpresa a Doña Sofía y a todo el auditorio al representar la danza tradicional que han convertido en la marca de los All Blacks.
Ellos y los otros premiados, Le Lutiers, han roto con la solemnidad de la ceremonia al transformar un discurso institucional en una demostración de su humor inteligente tras recibir por fin el premio al que han estado tantas veces nominados.
Por su parte, el poeta polaco Adam Zagajewski ha sido el más citado por el resto de premiados y quién más ha captado la atención de la reina Letizia, que escuchaba inmóvil sus palabras sobre el peligro de los fanatismos religiosos. "Las sociedades se secularizan rápidamente y los que hoy en día defienden la religión, a veces acuden a técnicas sociopolíticas detestables. La religión con excesiva frecuencia se alía con la extrema derecha".
Sobre religión también ha basado su trabajo la única mujer premiada, la investigadora Karen Armstrong, a quien el rey se ha referido en su discurso: "Todas las religiones del mundo insisten en que la espiritualidad verdadera debe expresarse consecuentemente en la compasión práctica"
Los más aplaudidos dentro, los representantes de la Unión Europea, Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Donald Tusk, presidente del Consejo de Europa recogía el premio diciendo: "Para mí la concordia es sinónimo de unidad".
Fuera se han visto protestas en contra de este premio, también a favor de la unidad de España y por la República. Una protesta mínima que no ha enturbiado la ceremonia.